La comedia "La estupidez", de Rafael Spregelburd, devolvió ayer a los escenarios avilesinos a los actores Fran Perea y Toni Acosta. El malagueño fue uno de los protagonistas de "Feelgood", un éxito reciente del teatro español. Acosta, por su lado, protagonizó el debut en la dirección de Verónica Forqué: "La tentación vive arriba", un espectáculo que se programó en el Palacio Valdés hace más de una década.

La obra, que recibió el aplauso del Niemeyer, es un falso vodevil y también una especie de "road movie". Bebe de influencias esclarecidas de los hermanos Coen o Quentin Tarantino. Se desarrolla en Las Vegas y cuenta con cinco actores que tienen que interpretar 24 personajes, una especie de vidas cruzadas entre las que impera el pecado de la codicia. Spregelburd incluye esta función en una heptalogía centrada en la "Mesa de los pecados capitales" de El Bosco.

La propia protagonista confesó a LA NUEVA ESPAÑA no ser capaz de definir la función que se presentó anoche en Avilés: "Nunca se me dio bien esto de calificar un espectáculo en el que trabajo. ¿Una comedia dramática? ¿Una 'dramedia', como se dice ahora? Pues no lo sé", dijo. "Son cinco historias que se cuentan en paralelo. Tiene mucho más de cine que de teatro. Se desarrolla en Las Vegas, que es una ciudad hecha para el vicio", prosiguió. "En España no hay ninguna ciudad así, de esas en las que vas de casino en casino y de hotel en hotel. Los personajes están ahí, en una huida hacia delante. Yo no creo que todo el mundo tenga un precio, pero la realidad me está quitando la razón. Estamos en un momento en que las aspiraciones están en ser ricos y serlo lo antes posible", remató. La codicia es el vicio de los pobres que alcanzan una frontera sideral de forma desprevenida. Eso es lo que trataron de despejar los actores ayer en el Niemeyer.