Once menos cuarto. Un grupo de personas, casi todas mujeres, reza los misterios del Santo Rosario a viva voz. En la entrada principal de la iglesia Cristo Rey de Versalles, antaño cine Canciller, otro grupo de feligresas comenta entre susurros el enfrentamiento entre el párroco, Alfonso Abel Vázquez, y un grupo de personas supuestamente vinculadas al anterior coro parroquial, algunos de ellos miembros del Coro Magnificat. "Ya no se tiene respeto por nada, ¡qué pánico!", manifiesta una mujer que prefiere omitir su nombre. La trifulca eclesial es un tema tabú. Unas voces dan la razón al sacerdote; otras a los "chicos del coro". Ambas partes implicadas en la bronca tienen el caso puesto en manos de sendas abogadas.

A las once de la mañana, con los últimos compases de la letanía, hace entra en el templo parroquial el sacerdote. Alfonso Abel Vázquez lleva un collarín y, entre sus manos, un paquete de hostias aún sin consagrar. Asegura que quiere pasar página. "Lo que ocurrió en la iglesia se demostrará ante el juez", manifiesta el párroco, que el día que sucedieron los hechos presentó una denuncia contra dos personas. A su modo de ver lo ocurrido "estaba orquestado". "Presenté una denuncia contra dos personas pero podían ser más. Además de los golpes también me insultaron", dice. En distintos foros, sin embargo, se pone en duda el testimonio del sacerdote. Algunas voces sostienen que el párroco "empujó a un grupo de niños para llegar al micro (estaba siendo utilizado por una integrante del coro parroquial), motivo por el que los adultos intentaron retenerlo, que es distinto a agredirlo o rodearlo para pegarle".

Vázquez celebró ayer misa a las once en la capilla. Entonó la canción "Perdona a tu pueblo, Señor" y no dedicó ni una sola palabra de lo sucedido desde el púlpito. "Todo tiene que seguir su curso, para eso está la justicia", recalcó el sacerdote, que llegó a la iglesia de Cristo Rey de Versalles a mediados de septiembre. Es también el responsable de las comunidades religiosas de La Magdalena, La Carriona y San Agustín, y capellán del Real Avilés, el equipo de su corazón. Alfonso Abel Vázquez, que aseguró estar aún dolorido por los supuestos golpes recibidos, prevé cumplir con su agenda de trabajo con normalidad.