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La venta de los locales de Los Telares choca con sus elevadas hipotecas

Los administradores concursales tratan de colocar doce propiedades inmobiliarias de la empresa tras deshacerse de enseres y mercancías

Clientes en una tienda de Los Telares, hace cinco años. FERNANDO RODRÍGUEZ

El proceso de liquidación en marcha de la cadena textil avilesina Los Telares no llega para cubrir "ni de lejos", según fuentes conocedoras del mismo consultadas por este diario, las deudas de la empresa que había fundado Julián Rus Cañibano y que entró en una espiral insoportable de pérdidas cuando se manifestó la crisis, en 2009. En paralelo, continúa la tramitación judicial para dirimir la responsabilidad de quienes administraron la firma, si bien a este respecto no hay mayores novedades: presentados en julio del año pasado los informes finales de la administradora concursal y del fiscal, el juez debe mover ahora ficha en el sentido de dictar una calificación (culpable o fortuita) de la quiebra que acabó con la empresa. "Es un proceso lento de por sí, pero en este caso más porque el grupo Los Telares era muy grande y hay muchas partes afectadas", señala un interviniente en el proceso.

Finalizada hace meses la liquidación -conversión del activo de la sociedad en dinero por cualquier procedimiento de enajenación- de los enseres, mercancías y posibles derechos de cobro, los administradores concursales se centran ahora en la venta de las propiedades inmuebles de Los Telares, que se concretan en doce locales. Se trata de una cifra relativamente baja para un grupo que llegó a tener más de cien tiendas repartidas por España. Y la razón es que la mayoría de los establecimientos funcionaban en régimen de alquiler. Y, para más abundamiento, esos locales en propiedad soportan grandes cargas hipotecarias que difícilmente van a ser cubiertas con el dinero que se obtenga en el proceso liquidatorio.

Las fuentes a las que ha tenido acceso este diario aseguran que los primeros locales adjudicados a los mejores postores interesados en ellos reportaron unas cantidades insuficientes para cubrir la deuda hipotecaria que pesaba sobre ellos y que, aunque así fuera, el destino de ese dinero será el crédito preferente que había concedido un "pool" de bancos para tratar de sacar a flote Los Telares. Respecto a los locales propiedad del grupo pendientes de enajenar no se confía en que la rentabilidad de la operación vaya a ser mejor. "Ocurre que Los Telares adquirió la mayor parte de su patrimonio inmobiliario en un momento en que los precios estaban desorbitados (en pleno crecimiento de la burbuja de la construcción y, ahora, cuando se trata de hacer caja con esos bienes, las circunstancias del mercado son otras muy diferentes", explica un experto jurídico.

Por lo que respecta a la depuración de los administradores de la que llegó a ser la mayor cadena textil ciento por ciento asturiana, el juez tiene en su poder sendos informes que si bien coinciden en el carácter culpable de la quiebra, difieren en el reparto de las responsabilidades patrimoniales a las que habrían de hacer frente. La Fiscalía solicita que el fundador de Los Telares y la sociedad de inversión suiza Gryphus Partners, que asumió el control de la compañía en 2014 en un intento finalmente fallido de reflotarla, paguen en total 21 millones de euros, que es el importe de la deuda generada por el grupo entre 2014 y 2016; al empresario de origen leonés afincado en Avilés le pide que responda de 6,5 millones y a la sociedad suiza, que haga la propio por importe de 14,5.

No obstante, el informe de la administradora concursal rebaja a poco más de 300.000 euros (un 5 por ciento del total) la cifra de condena propuesta para Rus Cañibano. La razón que ha llevado a la fiscal a elevar sustancialmente (hasta el 31 por ciento) la petición de pena para el fundador de Los Telares que propuso el administrador concursal es que no tiene acreditada prueba alguna que exonere a Rus de responsabilidad en la supuesta generación de un "agujero" de 6,5 millones en las cuentas de Los Telares.

A diferencia de la fiscal, la administradora concursal cree que podrá aportar durante la instrucción del caso una prueba que cargaría aún más responsabilidad económica sobre Gryphus aliviando a su vez la misma sobre Julián Rus. En ese sentido, la Fiscalía habla en su informe de calificación de que la petición de condena se plantea en términos de máximos (podría ser menos dinero, pero nunca más) y pendiente de la citada práctica de pruebas futuras. Julián Rus Cañibano ha confiado su defensa a un bufete de abogados que hasta donde ha podido saber este diario aún no ha presentado alegaciones en defensa del empresario.

El calvario de Los Telares comenzó en 2012, año en el que Julián Rus Cañibano entendió que era insostenible el ritmo de pérdidas y solicitó la declaración de concurso de acreedores con el propósito de salvar su cadena textil, que por entonces daba empleo a unas 600 personas, 150 de ellas en Asturias. Tras arduas negociaciones con los acreedores se llegó al acuerdo de firmar un convenio llamado a reorientar el rumbo de la empresa y se puso en marcha un expediente de regulación temporal de empleo. Rus llegó a hacer una inyección de capital a costa de su patrimonio, pero ni por esas se lograron los objetivos. Los acreedores acabaron denunciando el convenio por incumplimiento del mismo y precipitaron el fin de una ruina anunciada dando paso a la liquidación del grupo.

Entre medias, entró en escena la controvertida sociedad suiza Gryphus Partners, que incumplió la mayoría de las promesas realizadas debido fundamentalmente a que apenas arriesgó capital enfocando su gestión a tratar de salvar la empresa con los pocos recursos que para entonces le quedaban disponibles. La relación entre los directivos que nombró Gryphus y Julián Rus, que había dado un paso atrás para ceder el control absoluto de Los Telares, se agrietó a los pocos meses y acabó siendo pésima, al punto de que al empresario le llegaron a prohibir la entrada en las oficinas centrales de la compañía.

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