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La mansión de los cuentos

Picotera en bicicleta

La bruja contraataca y trata de fastidiar el día a todos los avilesinos amantes de pasear sobre dos ruedas

Alumnos del colegio Gloria Rodríguez de Soto del Barco, durante la lectura de cuentos de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés. MARA VILLAMUZA

¿Os podéis imaginar algo más ridículo y espantoso que la Bruja Picotera tratando de mantener el equilibrio en bicicleta? Yo tampoco.

Mañana es el día mundial de la bicicleta, y como no iba a ser de otra manera, a Ratonchi le encanta. Le gusta mucho esconderse en la cesta de las bicis de los niños y dar paseos por el parque e ir al colegio. Sabe lo importante que es el medio ambiente y, por eso, es muy partidario del uso de la bicicleta, ya que con ella no se contamina y además se hace ejercicio físico.

Pero hay alguien a quien no le gusta. La misma persona que, siendo bruja, no acaba aún de aprender a volar con escoba. Sí, habéis acertado: la Bruja Picotera.

Cualquier bruja sabe hacer acrobacias y piruetas con su escoba para intimidar y dar miedo a los niños, todas menos Picotera. Cuando ella coge su escoba, se estrella contra los edificios, se estampa contra los árboles quedando totalmente despatarrada con sus piernas peludas al aire. Así que, si es incapaz de mantener el equilibrio con su escoba, ¡imaginaos con una bicicleta!

Esta bruja catastrófica pensó que, el jueves, el bueno de Ratonchi estaría recorriendo Avilés en bicicleta, y creyó que sería un buen día para capturarlo, eso sí, para que nuestro ratoncito no se diese cuenta, ni los niños que estuviesen a su alrededor, pensó que quizás lo más apropiado fuese ir ella también en bici. Una idea totalmente absurda, como ella misma.

Ayer se despertó y quiso practicar para estar el jueves en plena forma, pero? Había un pequeño problema y es que no recordaba de que era el día.

-¿Día internacional de Anacleta?, -dijo la Bruja... -No, no conozco a ninguna bruja con ese nombre. ¿Día de la avioneta? ¿de la escopeta? ¿de la trompeta?...

Y así estuvo la loca de la bruja tratando de recordar durante más de diez minutos de qué día se trataba. Pensó cosas tan absurdas... Hasta que se dio cuenta que era el día internacional de la ¡bicicleta!

Así que se decidió a salir de Farwitch (ya sabéis que es la ciudad altamente encantada en la que viven las brujas) y dirigirse a Avilés, en busca de algún niño o niña inocente a quien quitarle su bicicleta.

Una vez llegó a Avilés montada torpemente en su escoba, dio una vuelta por los cielos avilesinos, vio un niño con una bici azul, otro con una roja, pero de pronto se le abrieron los ojos cuando vio a una inocente niñita de apenas tres años estrenando su bicicleta nueva. No era una bici cualquiera, tenía una hermosa cestita rosa, unos flecos colgaban de su manillar y sobre todo tenía ruedines, pues la pequeña aún no sabía rodar sin ellos.

Picotera examinó con detenimiento la reluciente y hermosa bici de la pequeña y solo vio ventajas: en la cestita delantera llevaría chorizos, con los flecos del manillar podría rascarse el bigote (sí, habéis leído bien, dije bigote) y en los ruedines ni siquiera pensó, pues no sabía para qué servían. Si le quitaba la bici nueva a esa niña, su fechoría sería aún más malvada, y eso le encanta.

Se acercó a la pequeña y, de un escobazo, le arrancó su bici, que acababa de estrenar. La niña lloraba, sus gritos se escuchaban en Oviedo y Gijón y Picotera reía a grandes carcajadas. ¡Esta bruja es terrible! Pero lo que no sabía ella es que, quien ríe el último, ríe mejor.

Picotera se dirigió al Parque del Muelle, pensó que sería un buen sitio para aprender a montar en bici, además a ese parque dan las ventanas de la redacción de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, así que pensó que los fotógrafos podrían inmortalizarla y saldría en portada presumiendo de sus elegantes técnicas como si de una ciclista profesional se tratase. Nada más lejos de la realidad.

Picotera aparcó su escoba y se sentó sobre la bicicleta rosa recién arrebatada. Si pensáis que es imposible caer de una bicicleta con ruedines, es porque ¡no habéis visto a Picotera! La Bruja con su torpeza característica, intentaba mantener el equilibrio, pero la muy desastrosa caía y volcaba la bici para un lado y para otro, quedando con sus patas para arriba y dada la vuelta despatarrada como una cucaracha. Una y otra vez la bruja era incapaz de montar en bici. Todos los niños que la veía reían sin parar, incluida la propietaria de la bici, que nada más ver a la bruja caer, pasó rápidamente del llanto a la risa.

Picotera acabó con las rodillas desgraciadas de tantas caídas y juró que jamás montaría en ese "artilugio demoniaco". Abandonó la bici, cogió su escoba de nuevo y trató de elevar el vuelo en dirección a Farwitch. De lo que no se había dado cuenta, es que la pequeña propietaria de la bici, ató un hilo del vestido de Picotera a uno de los pedales y conforme la bruja ascendía en su escoba, el vestido se iba deshilachando por los aires hasta dejar prácticamente todo su trasero al aire. Y ni siquiera se dio cuenta. Imaginaos las carcajadas de los niños que no dejaron de reír durante horas, recordando a la muy grandullona caer sin cesar de una bici con ruedines.

Y así acaba un episodio de esta catastrófica bruja a la que el ciclismo digamos que no se le daría muy bien.

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