Tras dormir una noche en los calabozos de la Comisaría de Avilés, el conocido empresario hostelero que supuestamente amenazó con un cuchillo a su propia hija el lunes, fue trasladado ayer a los juzgados de Avilés con el fin de que se le pudiera tomar declaración. No fue posible. Según ha sabido este periódico, esta declaración no se llevó a cabo. Pero esto no obsta para que comenzasen las diligencias judiciales destinadas a sacar luz de este suceso desvelado por LA NUEVA ESPAÑA. El empresario quedó en libertad con cargos y con una orden de alejamiento de su hija.

Las diligencias iniciadas se encaminan a desenredar las causas del conflicto entre el detenido y su víctima. Por de pronto, se le ha impuesto al primero una orden de alejamiento de la segunda. La mecha que encendió la disputa y que llevó a la supuesta víctima a presentar una denuncia contra su padre está en una disputa familiar de carácter grave.

Según ha sabido este periódico de fuentes cercanas a la investigación, la supuesta víctima fue amenazada con un cuchillo, pero resultó ilesa. Según estas mismas fuentes, la mujer del empresario (que gestiona dos cafeterías en un bingo y un centro comercial) alertó a la hija de ambos de que el hostelero se había armado con un cuchillo con el objetivo de agredirla. El yerno del acusado fue a la Comisaría y los policías sacaron los coches patrulla para cazar al hostelero, algo que lograron en la avenida de Gutiérrez Herrero, a las puertas de Versalles. La defensa del acusado, sin embargo, niega los hechos.

Tanto el padre como la hija se hicieron notorios al ganar el concurso de explotación del servicio de cafetería del Centro Niemeyer. La gestión de este contrato fue crítica desde muy pronto. De hecho, los desacuerdos entre los gestores del complejo cultural de la ría y los dos empresarios fueron tan graves que terminaron en los juzgados. El juez determinó a través de una sentencia que los dos hosteleros tenían que abonar al Niemeyer algo más de 105.000 euros en concepto de cánones no pagados e incumplimiento.

Esta crisis afectó también al acusado ahora por su hija. En la vista que se celebró en Avilés un testigo de la dirección del Niemeyer aseguró que el empresario había salido a la plaza del Niemeyer pidiendo un cuchillo y "preguntando por el gerente" del centro.