La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mansión de los cuentos

La princesa libélula (y II)

Alumnos del colegio Castillo de Gauzón, de Raíces Nuevo, durante la lectura de cuentos publicados en LA NUEVA ESPAÑA de Avilés. RICARDO SOLÍS

La llegada del Mago Retto, un ser justiciero, puso en alerta a la pequeña princesa que vivía feliz en su casa del bosque, disfrutando de los pequeños detalles de la vida. El Mago, se dirigió a ella y le dijo:

-Tú, princesa, eres un ser perfecto, prácticamente irrepetible: nunca tendrás una de las enfermedades más poderosas y perjudiciales que afectan a millones de humanos: la envidia. Ni sabrás lo que es el egoísmo, la mentira, la violencia... Nunca pisarás el camino de los demás y sin embargo tendrás el poder de tu sonrisa; con ella podrás hacer feliz a todo aquel que te rodea. No serás como la mayoría de humanos, que dañan la naturaleza, a sus semejantes y destruyen todo a su paso. Tú, princesa, eres un ser bondadoso, tu corazón es puro, tu alma limpia. Y, por eso, necesito estudiar tu mecanismo para lograr así que la paz y la bondad reinen en el mundo y que nazcan más personas buenas como tú.

La princesa se había quedado impresionada, ¿de verdad el resto de humanos tienen tantos defectos? ¿Es posible que dañen la naturaleza, los animales e incluso a su familia? Ella llevaba toda su vida viviendo aislada del resto de personas. No entendía por qué podría existir esa maldad en la gente.

-Ahora necesito de tu ayuda, ¿estás dispuesta?, -preguntó el Mago.

La princesa asintió con la cabeza.

-Pues bien, me quedaré con una parte de ti, una pequeñísima parte. Tomaré uno de los engranajes principales de tu cuerpo, (hay quien los llama cromosomas) que llamaré "X" para estudiarlo y saber cuál es el motivo por el que nacen personas tan especiales como tú cada cierto tiempo y así poder llenar el mundo de seres buenos. No sé el tiempo que me llevará este estudio, quizás meses, o incluso años...

La joven miraba al Mago totalmente asombrada.

-A cambio, te concederé un privilegio: te convertiré en lo que más desees. Ahora piensa por un instante, en qué te gustaría transformarte, y mi magia te concederá tu deseo.

La Princesa quedó pensativa, había tantas cosas que quisiera ser... Podría ser el río para correr veloz por los valles, o un árbol para alimentar pajarillos con sus frutos, también quisiera ser el cesped, para sentir las caricias de las patas de sus amigos los animales.

De pronto, escuchó tras de sí un zumbido, miró rápido a su espalda y vio un ser totalmente majestuoso. Era la criatura más hermosa que había visto en su vida: etérea, con una belleza sublime, pero sin ostentosidad. Frente a ella, flotando en el aire, batía sus alas una libélula. El animal miraba a la princesa con sus ojitos llenos de cariño y ella aún seguía impresionada por tan linda criatura. Su belleza era sublime, sus colores brillantes. En el batir de sus alas, podía verse representada una "X". Si fuese una libélula, no tendría que hablar, y ella estaba muy acostumbrada a transmitir sus cariño a los animales con tan solo una mirada, una caricia... No necesitaría sus piernas y podría volar y contemplar el mundo desde otra perspectiva, así podría proteger y cuidar a otras princesas como ella.

El Mago observó la situación y añadió:

-Has escogido muy bien princesa, las libélulas viven en el bosque y solo donde el agua es pura y limpia. Su cuerpo simboliza una "X" , al igual que tu cromosoma principal, así que a partir de este momento, y por toda la eternidad, yo me quedaré con tu engranaje para estudiarlo y conseguir así que los seres humanos aprendan más de ti. A cambio serás el animal que has deseado: Una libélula.

De pronto, un humo mágico apareció y antes de que se disipase por completo, una pequeña libélula llegó y comenzó a batir sus alas. Era la princesa convertida en libélula.

La pequeña se miró y sonrió. Guiñó un ojo al mago. Estaba encantada con su nueva forma, comenzó a revolotear y a ver el bosque, su casa, sus amigos animales desde otra perspectiva diferente.

A partir de ese momento, la Princesa Libélula protegería y velaría con todo su cariño por los príncipes y princesas tan especiales como ella. Éstos, en señal de agradecimiento, a veces aletean, mueven y frotan enérgicamente sus manos simbolizando el mágico vuelo de las libélulas.

Se cree que, cuando alguien tiene la fortuna de ver a una libelula, será bendecido por siempre con el amor de la princesa.

Compartir el artículo

stats