Gijón,

Benjamín LEBRATO

Antonio Mortera Gómez cerró recientemente la etapa deportiva más larga de su vida, al cesar como presidente de la Federación de Golf del Principado de Asturias, después de casi 40 años al frente del deporte asturiano y habiéndolo anunciado en la gala de entrega de premios de 2007. Llegó al mundo del golf procedente del tenis y en su primera visita a Castiello, en 1968, se encontró con un ambiente de «señores mayores que no tenían mucha imagen de deportistas». Ese día, uno de ellos hizo un hoyo en uno y, al verlo, pensó: «Esto es fácil; yo, que estoy en plena forma física, en quince días también lo hago». Empezó a jugar y se dio cuenta de lo atrevido que había sido. Ese hoyo en uno tardó muchos años en llegar; sólo lo consiguió en una ocasión y, como dice, de casualidad, como todos.

-Recientemente anunció que dejaba la presidencia de la Federación, ¿por qué?

-Son muchos años al frente del golf asturiano y el tiempo también pasa para mí; llega un momento en que el cansancio te pide el relevo. No obstante, si duré tanto fue gracias a los directivos, muy válidos y extraordinarios, que siempre me acompañaron, y gracias a ellos aguanté estos años. Creo que es el momento de dar paso a otras personas que tienen mucha experiencia y que siempre me representaron muy bien. Tantos años llevo en la Federación Asturiana y en la nacional, que soy récord en un puesto federativo. Creo que llegó el momento de retirarse con la tranquilidad de saber que el futuro está garantizado.

-¿Un balance de su gestión como presidente?

-Primero, lo más importante fue empezar con 40 licencias y terminar con casi 10.000. Es algo extraordinario. Segundo, había un solo campo de nueve hoyos en Asturias y ahora tenemos doce campos abiertos, otros dos en vistas de inauguración y muchos proyectos en marcha. Es para sentirse orgulloso, las cosas han salido bien y hemos tenido el apoyo de todo el mundo; creo que la Federación ha funcionado perfectamente.

-¿Qué le quedó sin hacer?

-Pocas cosas. Siempre queda algo sin hacer, pero somos referentes en España, tanto por la labor administrativa y estructural como por la deportiva, con grandes jugadores y muchos éxitos deportivos; no hay que olvidar que somos una comunidad uniprovincial, de un millón de habitantes, como un barrio de Madrid, y, sin embargo, tenemos diez mil licencias y doce campos.

-¿No faltan unas instalaciones y un centro de tecnificación propio?

-Sería lo máximo, pero con los recursos que tenemos no creo que se pueda llevar a cabo. La mayor parte de lo que disponemos por licencias lo empleamos todo en la propia actividad deportiva. Somos también referentes, a nivel nacional, por tener unos gastos administrativos pequeños. Por otro lado, contamos con cinco campos públicos, y eso es un campo de tecnificación múltiple. Es posible que no lo utilicemos lo suficiente para concentraciones y competiciones, pero es muy difícil ajustar los calendarios.

-Cuarenta años después, con muchos campos y licencias, la Federación no tiene una sede en propiedad. ¿No es difícil ocupar un local prestado?

-Efectivamente, pero, al no ser una disciplina olímpica, los medios son exiguos, sólo recibimos el porcentaje de las licencias. Nada más, ninguna subvención. Todo lo contrario, hemos concedido, a través de la Federación Española, una subvención para el Ayuntamiento de Gijón, para el campo y la cancha de La Llorea. Creo que será una meta para el futuro presidente, con nuestros recursos o con otros, conseguir algo más. En Madrid, Barcelona, Valencia tienen unas instalaciones formidables, pero nosotros no podemos compararnos.

-Durante su etapa como presidente, pocas veces le disputaron el cargo, ¿lo tenía todo muy atado?

-Excepto en otra ocasión que se presentó otra candidatura, y ganamos muy limpiamente; siempre fui nombrado por aclamación. Eso es muy importante, demuestra que uno y su equipo son aceptados; nunca fui individualista, siempre me he rodeado de un buen equipo.

-A lo largo de sus mandatos, ¿tuvo muchos problemas con los clubes, los federados o con los padres de los jugadores más pequeños?

-Siempre existen discrepancias; los clubes, porque les abrumas con clínics o competiciones; con los padres, porque siempre hay alguno que no está conforme con los equipos o con las concentraciones. Lógicamente, son muy pocos; la mayoría son muy consecuentes y las relaciones con ellos son perfectas. El objetivo de la Federación es lo mejor para el conjunto de la territorial. ¿Que nos equivocamos? Seguro que sí, pero siempre porque hacemos cosas.

-El sistema asambleario de elección del presidente, ¿no quedó atrasado democráticamente? Diez mil licencias tienen dos representantes en la asamblea, diez árbitros tienen uno. ¿Es justo?

-Es posible. Hacemos lo mismo que la española, los estatutos están así y de momento no existe nada en marcha para cambiarlos. Al presidente lo elige la asamblea, que está compuesta por quince o veinte personas, que son elegidas por los estamentos del golf: campos, clubes, árbitros, jugadores profesionales, amateurs. Todo el mundo esta representado.

-Ahora que tendrá más tiempo, ¿a qué se dedicará? ¿A la pesca de altura, que es su pasión?

-Tengo todavía mucho recorrido, me encuentro muy bien física y mentalmente y, además de salir a pescar algún día, el colofón de mi vida deportiva será presentar mi candidatura a las elecciones al Real Club de Golf de Castiello, que este año renueva su junta directiva. Estoy preparándome para ello, cuento con muchos apoyos de mis compañeros socios, vivo allí mismo, tendré mucho tiempo y creo que puedo aportar mucho al club; conozco muy bien Castiello y me rodearé de una directiva joven. Tenemos un campo que es una maravilla y que cumple ahora cincuenta años.