Paseando un día de éstos por el campus de la Universidad Autónoma de Madrid, me tocó ver cómo unas estudiantes pegaban un cartel con la figura de Cristo convocando al alumnado para unas reuniones de carácter religioso. Poco después vi cómo un estudiante con aire irritado cogía el cartel, rompiéndolo y llevándolo a una papelera cercana. Los estudiantes que le acompañaban le dijeron algo, exclamando excitado que bajase ahora Dios a castigarle. Yo, que estaba a poca distancia, pero detrás de un seto, le di voces llamándole rojo, que se oponía a la libertad de expresión; aunque miraron para atrás, no me vieron por mi situación oblicua. Este incidente nos sirve para analizar el ambiente poco propicio que hay en la actualidad para la práctica de la religión católica en nuestro país. No hace muchos días, en una entrevista en LA NUEVA ESPAÑA un filósofo destacado de la susodicha UAM, Carlos París, se expresaba de un modo injurioso para los creyentes al decir que le molestaba la cobardía demostrada del presidente Zapatero hacia la Iglesia católica. Estos hechos y muchos más, que se suceden a diario, me sugieren que los seglares o católicos de a pie, que también somos Iglesia, debemos mostrar nuestra repulsa públicamente, estimando, que hemos de plantarnos e incluso echarnos al monte, metafóricamente hablando. Los «cristeros» mexicanos, ante la cruenta persecución la Iglesia de su país durante la revolución mexicana, se levantaron en armas contra el presidente Calles, sorprendiendo al Gobierno y a la propia jerarquía eclesiástica. Pienso que el clero y autoridades se encuentran desbordados e inanes ante el laicismo impuesto por la fuerza en nuestro país, teniendo los seglares que ayudarles y echarles una mano.

Ha llegado la hora de los «agitadores», que deben actuar como las «partidas» que mandaba el «marquesito» Díaz Porlier contra Napoleón en Asturias durante la guerra de la Independencia. Se ha de tomar el campus de la Universidad de Oviedo llenándolo de carteles contra el aborto libre, el divorcio exprés y demás cosas, y quien dice la Universidad dice Oviedo y toda Asturias: eso lo harán «partidas de agitadores». ¡Ojalá el deseo se haga real!

El artículo 16 de la Constitución dice en su punto 3: los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española... Pregunto a posibles lectores si se tiene en cuenta íntegramente este punto o sólo se cumple en parte.

Las personas mayores somos los que podemos enjuiciar la religión, pues al ver la muerte ya cercana sabemos que no hay otra cosa a la que agarrarse. No me explico que haya políticos y hombres en la Universidad que tengan por meta «alicortar» las esperanzas humanas y que lo hagan con un empeño desusado. En todo caso, los ateos han de respetar el principio de la libertad de expresión y han de atenerse también a las leyes y a la Constitución.

Juan Castañeira Fernández

Tres Cantos (Madrid)