Cada cierto tiempo, y de manera cíclica, resurge la noticia, sólo en los medios de comunicación, sobre el impacto del tráfico de automóviles, las peatonalizaciones y sus efectos. Este debate, de difusión amplia pero de alcance y eficacia muy limitados, genera controversia y sustituye en la práctica al debate social que al menos desde IU entendemos debería producirse y promoverse desde la Administración, con el fin de acercar posiciones y planificar objetivos y medidas de aplicación paulatina. A nadie se le escapa que Mieres, como en otros sitios, sufre con virulencia el conflicto que surge entre calidad de vida y movilidad (uso desmedido del automóvil), que provoca, sobradamente reconocido y estudiado, el deterioro ambiental y social de las ciudades, y que por lógica sufre su ciudadanía.

El reto, sin duda, es alcanzar una coexistencia y un nuevo equilibrio entre los distintos medios y factores que concurren en la ciudad, tratando de articular una propuesta que conjugue los «intereses» de automovilistas, peatones, sectores económicos, etcétera, y se obtengan unos resultados sociales y ambientales más eficientes y una mayor calidad de vida para todos/as.

Este equilibrio se alcanza reforzando el papel del peatón, del transporte colectivo y el alternativo, como la bicicleta, y reduciendo la cuota excesiva de uso del vehículo privado, sobre todo en espacios físicos de la ciudad que tienen limitada capacidad.

Esta problemática ha sido para IU una permanente preocupación, y por ello impulsó iniciativas y medidas (en el gobierno municipal y en la oposición) que dotaran a la Administración local de herramientas de actuación imprescindibles: la redacción de sendos planes de accesibilidad y movilidad que determinan soluciones pautadas a este asunto. Como desgraciadamente suele ocurrir, lejos de trabajar por su aplicación y desarrollo, permanecen olvidados en algún cajón, y muchas de sus directrices son flagrantemente incumplidas u olvidadas como hemos denunciado reiteradamente.

En esta realidad, los debates y propuestas electorales monotemáticos y aislados, la improvisación de soluciones auspiciadas desde intereses económicos privatizadores (zona azul, peatonalizaciones, etcétera) sólo crean la lógica alarma social y dejan en lo secundario las propuestas globales, planificadas y priorizadas racionalmente para beneficio del interés general.

En Mieres, lo que se necesita es la aplicación ordenada de un plan, pensado principalmente para los ciudadanos y debatido con ellos, que contemple medidas disuasorias, alternativas y no derrochadoras frente a lo existente, sobre todo para no generar caos y rechazo social.

Por ejemplo: frente a nuevas peatonalizaciones, será necesario previamente dar un impulso a los aparcamientos colectivos (Mayacina, Oñón, etcétera); mejorar las frecuencias y la red del transporte público; estudiar cómo afecta a sectores económicos (comercio, hostelería, etcétera); prever el papel de los suministros, cocheras, servicios de emergencia; evaluar dónde se van a concentrar los flujos de tráfico que se eliminan; articular con ganas una red de carriles-bici... Tampoco sobra como reflexión aprender de los errores de otros sitios.

Frente a millonarias y costosas peatonalizaciones con materiales rimbombantes y excesivo mobiliario urbano, por qué no ser usadas por los peatones determinadas calles en horarios y días señalados (fiestas, fines de semana, etcétera); por qué no potenciar los itinerarios peatonalizados de unión entre calles peatonales o semipeatonales.

Seguramente este modelo mixto, más flexible y diverso, socialmente es más aceptado que las soluciones puras, cerradas y aisladas. La zona azul o sistema similar, que es otra medida más, tiene que ser contemplada, en su caso y necesidad, dentro del todo. Lo contrario sería una medida puramente recaudatoria al servicio de intereses económicos.

Finalmente podría hablarse de más propuestas y su análisis, pero lo esencial es cambiar el modelo, crear otro y buscar el apoyo y compromiso social.