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"Hoy el odio se publicita más"

El pedagogo José Antonio Ibáñez-Martín urge a los padres, en Soto, a comprometerse contra los peligros de internet

Ángel Gallo, José Antonio Ibáñez-Martín y Jorge Rodríguez, durante la conferencia de ayer en Soto de Llanera. A. F. V.

"El fondo de inhumanidad en el hombre ha existido siempre, pero hoy es más espectacular porque han surgido nuevas fuentes y hay más publicidad". José Antonio Ibáñez-Martín, catedrático emérito de Filosofía de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, ofreció ayer una conferencia sobre "la educación ante el hechizo del odio" en el colegio Los Robles de Soto de Llanera. El pedagogo habló sobre este sentimiento inherente al ser humano, sus posibles soluciones y su relación con los jóvenes en el mundo de internet.

"El odio es un sentimiento natural difícil de combatir. El hombre siempre ha tenido la pretensión de crear una sociedad perfecta, pero es muy complicado. Tenemos ese fondo de inhumanidad que surge cuando te descuidas", aseguró Ibáñez-Martín sobre la aversión y el deseo del mal ajeno. "Tenemos que pensar qué estamos haciendo individualmente para luchar contra ese poso", expuso el catedrático.

Según Ibáñez-Martín, hoy en día ese sentimiento es alimentado por internet en los jóvenes. "Antes los chavales en edad escolar tenían dos ambientes controlados: la escuela y la casa. Pero ahora se les ha abierto una ventana de independencia, que es la red, difícil de controlar para los padres", expresó.

A ojos del experto, las familias se enfrentan a un reto que, a veces, es difícil de abarcar y afrontar. "Unos no saben, otros no tienen tiempo, otros son más ingenuos que una calabaza y otros tienen miedo. Pero por culpa de esto asistimos a espectáculos dantescos como el de la niña que murió emborrachada en Madrid con 12 años. ¿Qué esperaban esos padres?", se preguntó Ibáñez-Martín.

Sobre las futuras generaciones de padres, previsiblemente más familiarizados con las nuevas tecnologías, el pedagogo considera que tendrán que afrontar retos similares: "Deben comprometerse. Si el niño dice que su habitación es suya y que allí no entra nadie, su obligación es la de plantarse y decir: 'Ésta es mi casa y aquí mando yo'".

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