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FRANCISCO GARCÍA | Catedrático de Química Inorgánica, pregona la Semana Santa en Grado

"Cuando llegué a Oviedo, en 1982, me sorprendió que no hubiese procesiones"

"Hay que enseñar a ser bueno con el prójimo, y luego que lo normal es que un hombre esté con una mujer; los casos particulares son particulares"

Francisco García, ayer, en Oviedo. JULIÁN RUS

Para Francisco García Alonso (Antimio de Abajo, León, 1955), la Semana Santa tiene un significado "especial". Católico practicante, destaca la "tradición procesionaria" de la tierra que le vio crecer; una práctica que no encontró en Oviedo cuando llegó en 1982 para ocupar un puesto en la Facultad de Químicas de la Universidad.

El hoy catedrático de Química Inorgánica ha sido elegido por la cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte como pregonero de la Semana Santa moscona. Un acto que tendrá lugar hoy, a las 19.30 horas, en la capilla de los Dolores.

- Nace en León, estudia en Valladolid y se traslada a vivir a Oviedo. ¿De dónde sale su vinculación con Grado?

-Mi relación con Grado es, hasta ahora, más bien tenue. Mi primer contacto fue a través del sacerdote Ángel María Fernández, que fue ordenado aquí, y que es un buen amigo mío. Él fue el primero que me habló de la villa. Y luego está mi cercanía a la familia de mi compañera Isabel Díaz, con la que formé la asociación Profesores Universitarios, con la misión de apoyar la doctrina de la Iglesia desde la vertiente académica. Además, he ido varias veces de paseo con mi mujer, por lo que no es para mí un lugar del todo desconocido.

- Entonces cabe imaginar que le habrá sorprendido su elección como pregonero en Grado.

-El nombramiento ha sido fruto de mi relación con Isabel Díaz y su familia. Y yo, por supuesto, lo acojo muy agradecido y muy honrado.

- Usted procede de una provincia donde la Semana Santa y las procesiones están muy arraigadas. ¿Qué recuerdos le traen estas fechas?

-La Semana Santa tiene un significado muy importante para mí por varios motivos. El primero es que me considero católico practicante, y éstas son fechas de reflexión y de culto.

- Y las procesiones, ¿qué le evocan?

-Fui monaguillo en Benavides de Órbigo y allí se hacían muchas procesiones. No sólo en Semana Santa, sino que también por San Isidro Labrador se hacía una procesión que acompañaba a los muertos al cementerio... Y, luego, cuando estudié en Valladolid, también. Mi sorpresa fue al llegar a Oviedo.

- ¿Por qué?

-Llevo en Oviedo desde 1982. Primero no había procesiones por Semana Santa, lo cual fue muy sorprendente para mí. Pero no menos llamativo ha sido que luego se recuperaran y gozasen de gran éxito.

- ¿Siguen teniendo las procesiones la misma solemnidad de antaño?

-Las cofradías nacen en el siglo XV para ayudar. Para apoyar a los enfermos, a los necesitados o a los que habían pasado por una pérdida; y también para experimentar la Pasión de Cristo. Luego, las procesiones son manifestaciones públicas que, en tiempos de la Contrareforma, están muy bien vistas, ya que la Iglesia se quiere alejar de la piedad intimista de los protestantes. Por aquel entonces no había televisión ni redes sociales, por lo que, al igual que los retablos o los capiteles, las procesiones tenían una labor de catequesis.

- ¿Siguen teniendo sentido hoy en día?

-Por supuesto. Aunque los católicos somos una teórica mayoría, no se hace efectiva. Y las procesiones transmiten el mensaje del núcleo del Evangelio: "Jesucristo murió por nuestros pecados y después resucitó".

- ¿A qué se refiere con que su mayoría no se hace efectiva?

-A que ningún partido político nos tiene en cuenta. De toda la población que se declara católica, en torno a un 15 o un 20 por ciento somos practicantes. No es un porcentaje muy amplio, pero sí sumamos más personas que cualquier partido. Pero eso no se lleva a efectos prácticos. Por ejemplo, el aborto, algo abominable para un cristiano, no es abordado realmente por ningún partido. Esto sin tener en cuenta que los movimientos antifamilia son nefastos para un país, porque no nacen jóvenes, que son los que mañana tendrán que trabajar o atendernos a los mayores.

- El último caso que puso en el candelero a los movimientos profamilia fue el autobús de Haz Oír. ¿Qué le parece la polémica?

-Como en muchas cosas, creo que hay una enorme asimetría. Si la gente va a una manifestación con la bandera republicana, que es inconstitucional y que debería estar prohibida, no pasa nada. Sale un paisano con la del águila, que está en la Constitución, y se arma la marimorena. Salen unos hombres hablando en contra de lo del autobús, y no pasa nada. Ocurre al revés, y se arma. Creo que estamos abandonando la razón y el sentido común. Por ejemplo, la mayoría de los tiburones están en el mar, pero hay algunos ejemplares que se encuentran en el Amazonas, en agua dulce. Pero no por ello a los niños se les deja de enseñar que el tiburón es un animal de agua salada. Hay momentos de generalizar y otros de particularizar, y es grave confundir ambas cosas. A la gente lo que hay que enseñarle es que debe ser bueno con el prójimo. Y, luego, que lo normal es que un hombre esté con una mujer, y los casos particulares son particulares.

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