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Ali Ismail Mohamad: "Antes Siria era la pequeña Suiza, no había ningún problema"

El cardiólogo se reencuentra en Candás con Abraham Orviz, a quien salvó la vida en el quirófano: "Hacen mucho por mí"

Abraham Orviz y Ali Ismail Mohamad, en Candás, días atrás. ILLÁN GARCÍA

El cardiólogo sirio Ali Ismail Mohamad dice, con una sonrisa, que es candasín. Bromea pero también se siente parte del concejo, ya que, sobre todo, su "familia" candasina con Abraham y Esther Orviz está haciendo lo posible porque el médico pueda trabajar en España y huir de la guerra en su país. No es para menos.

Abraham Orviz afirma que Mohamad le salvó la vida tras una operación hace catorce años, en 2003. Por aquel entonces, el médico formaba parte del equipo de cardiología. Tras la intervención médica, ambos mantuvieron una cordial relación, casi de hermanos, hasta que Mohamad tuvo que retornar a su país. "No contaba con verlo más", expresa entre sollozos Abraham Orviz. "Me salvó la vida", insiste. Abraham y Ali se pudieron ver hace unos días después de que el médico solicitara un visado de un mes para, primero, visitar a su hijo Ismail, que estudia en Praga, y también volver a ver a su "hermano".

"Siempre se interesó por mí, por mi salud. La primera vez que le vi, sentí un hombre hablándome cubano y resultó que había estudiado allí, luego me dijo que era sirio", señala. Ahí comenzó la estrecha relación entre médico y paciente. Ali Mohamad mira atentamente las palabras de su "hermano" y le espeta: "Estáis haciendo mucho por mí, os debo mucho". La familia Orviz y el Ayuntamiento de Carreño se están encargando de toda la burocracia para conseguir que Mohamad pueda trabajar en España, pero, admiten, la administración estatal pone trabas. "Solo quiero paz", añade el médico.

Orviz pasó años intentando comunicarse con Ali. "Estuve seis años sin saber nada de él, ahora le veo y me da una alegría enorme, pensé que no le vería más", se emociona el candasín. La última vez que se vieron fue poco antes de su partida a Siria. Visitaron Candás, Cudillero, Viavélez, Tapia, entre otros lugares. Ali Ismail Mohamad retornó a su país y los primeros años, las conversaciones eran constantes, también los regalos por Navidad, cuando los candasinos le mandaban turrón de chocolate. Mohamad se relame. Y la familia siria devolvía un paquete con pasteles de pistacho y maglabas, un postre típico del país. Pero un buen día, perdieron la comunicación.

"Antes Siria, era la pequeña Suiza, no había ningún problema", dice Mohamad. Orviz intentaba localizar a Ali casi todos los días hasta que uno de ellos, el teléfono sonó en casa del cardiólogo y Sonia Hassan lo cogió. Abraham tuvo una alegría "tremenda" y Ali también. Ali ha pasado una semana en Candás. "El otro día, estuvimos hasta las tres hablando, hablando en cubano, como cuando nos conocimos", bromea Orviz. "Ali está aquí, el hombre que me salvó la vida está aquí", recalca. El candasín tiene claro que hará lo que esté en su mano porque su "hermano" vuelva a España a trabajar como cardiólogo.

"Los Orviz son como carneros", comenta entre risas Ali Ismail Mohamad, que con esa frase muestra el tesón con el que esa familia pelea día a día porque el médico pueda operar en España y vivir con su familia (tiene dos hijos menores y su mujer, de profesión abogada).

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