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Adiós a las marañuelas de Casa Bombita

"La artrosis y el reuma me impiden hacerlas", confiesa apenada Basi Muñiz, que cierra un negocio señero de Candás

Basi Muñiz ante el escaparate de Casa Bombita

"Tengo artrosis, reuma y eso me impide hacer marañuelas". Habla Basi Muñiz, responsable de Casa Bombita, uno de los comercios más señeros y emblemáticos de Candás, con más de un siglo y que cerrará sus puertas en unas semanas. No será un simple cierre, ya que se lleva consigo cuatro generaciones de marañueleras. Su responsable confirma que "ya no puede más" y por eso ha colgado un cartel de "Se traspasa" en la cristalera de la fachada.

Los candasinos le preguntan constantemente por los motivos de la clausura de Casa Bombita y aunque le duele dice que no hay vuelta atrás. "Se acabó la historia. Ya hizo marañuelas mi bisabuela, luego mi abuela, mi madre y hasta ahora yo", señala apenada la confitera, que también tiene "la cadera tocada y problemas de espalda". La historia de la marañuela en su familia comenzó con su bisabuela Faustina Natividad, "Fausta", de Casa Ramiro, aunque se desconoce si antes tenía antecedentes marañueleros. Entre finales del siglo XIX y principios del XX ya se cocían estos postres típicos candasinos en casa de Muñiz.

Sus hijas trabajan, su marido se ha jubilado y Muñiz no puede físicamente atender el negocio. "Tengo 58 años y no me jubilan, es lo que tiene ser una autónoma joven", destaca la candasina, que lleva trabajando en la calle Braulio Busto desde hace 22 años.

Su artrosis le impide poder desarrollar todo el proceso de la marañuela. Es más, tienen que echarle una mano para poder batir los huevos para después hacer la masa. "Ya no puedo hacer bizcochos, desde el verano no hay manera, espero a que caliente un poco el sol porque si no, no puedo", destaca la mujer, que si por ella fuera mantendría activa la tienda. Clientes le sobran.

Ahora espera como agua de mayo una llamada para que le confirmen que el día 21 la operan de las manos. "Voy a intentar hacer marañueles hasta que no pueda más, pero no creo que aguante el mes", destaca Basi, que pese a todo ha decorado el escaparate de Casa Bombita como si fuera una Navidad más. "Vas a volver a ganar el concurso de escaparates", le espeta una vecina. Basi asiente, aunque con la cabeza casi más pensando en sus últimos días como comerciante que en la cita navideña.

"Ya me vinieron a preguntar dos personas desde que coloqué el cartel de 'Se Traspasa'... No me gustaría ver marañuelas aquí, pero creo que seguramente no quedará más remedio, dejarlo me cuesta mucho", apunta la confitera, que confirma que "no hay día en que no haya estado en contacto con el dulce de Candás.

A Mari Sol Fernández, una clienta, le parece "muy mal" que Basi Muñiz ponga fin a la historia de Casa Bombita. "Quita el cartel", espeta refiriéndose al "Se Traspasa" que cuelga en el escaparate. Muñiz le vende un paquete de marañueles y expone que desde que decidió colocarlo sólo le vienen recuerdos a la cabeza. "Cuando tenía seis o siete años, algo más que mi nieto Mael, ya empezaba a enredar con la masa de las marañuelas y hasta hoy, siempre las hicimos en casa... es más en casa ya había un horno especial pa marañuelas", remarca.

El pasado mes de febrero, Basi Muñiz ya señaló a LA NUEVA ESPAÑA que las cuatro generaciones de pasteleros de Bombita finalizaría con ella, sin embargo, nadie pensaba que fuera tan pronto.

"En Casa Bombita no somos sólo un comercio que vende marañueles, somos ese lugar donde la gente deja las bolsas para ir a hacer recados y también la oficina no oficial de la Banda de gaitas de Candás", indica Basi Muñiz, que quiere dejar cuanto antes el negocio. Eso sí, advierte, jamás dejará de hacer marañuelas. "Me costará más o menos, pero en casa voy a seguir", enfatiza.

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