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Así es mi oficio

Una terapia convertida en pasión

La artesana Beatriz Vale comenzó a trabajar con las manos aconsejada por una psicóloga y descubrió la arcilla polimérica, su material base

Beatriz Vale muestra un anillo de su creación, junto a varias piezas con el material elaborado por ella para sus trabajos de bisutería. MANUEL NOVAL MORO

La artesana Beatriz Vale trabaja con arcilla polimérica, un material nuevo con muchísimas posibilidades que la tiene apasionada desde que supo de su existencia. Pero la vida de esta gallega que llegó a la Pola en 1989 con sus padres tuvo que dar muchas vueltas para llegar hasta aquí.

Porque ella había estudiado piano -acabó octavo curso con 15 años-, después estudió Administrativo y pasó por numerosos trabajos. Lo que la llevó a la artesanía fue el nacimiento de su hijo Mateo. Para tenerlo, le tuvieron que hacer una cesárea que terminó por ser muy complicada y que, finalmente, la abocó a una depresión grave.

Para salir de ella, se trató con una psicóloga que le aconsejó que se buscase una ocupación. "Tienes que buscar algo que te guste hacer y que te saque de esa introspección", le dijo. Empezó entonces a acudir a clases de manualidades, a coser con abalorios y a hacer bisutería creativa.

Entonces descubrió la arcilla polimérica, una pasta modelable con calor que se cuece en el horno y que se puede pulir, lacar y que permite hacer muchísimas cosas. Su entusiasmo por el material fue creciendo y empezó a buscar formación.

Y, lo que son las cosas, encontró a su maestra en Ribadeo, justo al lado de la casa de sus padres. El caso es que el primer verano en el que empezó a formarse lo hizo de una forma extraordinariamente intensa. "Hice diez cursos seguidos durante un mes y medio de formación, y volví a la Pola con un horno, una máquina para trabajar la pasta, un rodillo y todo lo que necesitaba", relata.

Aquel entusiasmo, no obstante, se desinfló un poco a la vuelta -está claro que tanta intensidad terminaría por ser extenuante para ella-, pero la pasión continuó, no obstante. Empezó a colaborar con su maestra de Ribadeo y a hacer piezas de bisutería creativa.

Hasta que en 2015 se dio de alta como autónoma y se puso a trabajar en su propio taller. Actualmente, vive en Noreña, si bien confiesa que hace su vida en la Pola. Vende sus piezas en ferias desde hace años, y ahora ha empezado a comercializarlas a través de las redes sociales, y también en tiendas de la Pola, Gijón, Oviedo, El Entrego y Ribadeo.

Aparte de la labor puramente artesana, Beatriz Vale tiene por delante otro trabajo importante: hacer que la gente valore realmente el trabajo que hay detrás de cada pieza que elabora. "Cuando haces un anillo, o unos pendientes, mucha gente cree que compras la piedra ya hecha y lo único que haces es engarzarla, pero no es así, yo hago todo el proceso, y es muy trabajoso", explica.

Dentro de poco le será más fácil transmitir a la gente ese valor, porque tiene previsto abrir su taller al público, permitir que la gente vea cómo trabaja, cómo elabora meticulosamente y con un largo proceso cada pieza. Otra idea que baraja es empezar a grabar vídeos sobre las técnicas que utiliza.

Sus productos funcionan muy bien en la ferias, en parte porque se trata de material original y único. Para conseguir esos acabados no tiene otro secreto que la dedicación. Emplea cerca de ocho horas diarias en un trabajo que sabe que tiene infinitas posibilidades y sobre el que nunca se acaba de aprender. Esa es, precisamente, su ventaja.

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