Las obras que permitieron rehabilitar las antiguas tolvas del pozo Monsacro con el propósito de que albergasen el Museo de los Quesos Asturianos concluyeron en noviembre de 2008. El proyecto nunca cuajo y, además, aún sigue levantando dolores de cabeza al Ayuntamiento de Morcín. El nuevo alcalde, Mino García, ha desvelado que el Consistorio sigue atendiendo pagos derivados de la actuación abordada hace una década. En concreto, según el regidor de IU, este mismo año se han tenido que pagar alrededor de 50.000 euros por intereses reclamados por la constructora (OCA) que ejecutó los trabajos.
El anterior alcalde, Jesús Álvarez Barbao, reconoce que el Ayuntamiento ha tenido que hacer un abono a la constructora para cumplir con una reclamación judicial presentada a raíz de una demora que, en su momento, se produjo con el pago de la última certificación de la polémica obra. "El problema es que los fondos mineros asignados a este proyecto llegaron tarde y el Ayuntamiento no tenía en ese momento liquidez para hacer frente a los pagos, por lo que se retrasaron", explica Álvarez Barbao. A partir de ahí, la constructora inicio un procedimiento judicial para reclamar los intereses por los retrasos, requerimiento que luego retiró para, posteriormente, retomarlo de nuevo. "Es muy posible que entonces no actuáramos con la determinación necesaria, ya que ni la constructora ni el director de obra facilitaron para nada las cosas", señaló ayer Álvarez Barbao.
El proyecto del Museo de los Quesos, que costó algo más de un millón de euros, sigue generando gastos al Ayuntamiento pese a que las instalaciones nunca se estrenaron. El nuevo alcalde morciniego considera prioritario encontrar algún tipo de proyecto que permita dotar de contenido al inmueble, una vez Mino García tiene asumido que el proyecto museístico original es inviable a estas alturas. Mientras, las instalaciones están sufriendo un tremendo deterioro.
El Ayuntamiento de Morcín estima que harían falta más de 100.000 euros para acondicionar el inmueble para su aprovechamiento. Cristales rotos y maleza deslucen un edificio de 1.136 metros cuadrados de hormigón cerrados y sin uso.
