Oviedo

Luis Enrique superó el sábado un nuevo reto, posiblemente el más duro de su vida: alcanzó la última meta del Maratón de Las Arenas, una carrera de 245 kilómetros por el desierto del Sahara marroquí. Los últimos 134 fueron, más que una prueba deportiva, una demostración de coraje, una virtud de la que siempre estuvo sobrado el gijonés.

«Por fin, y después de 245 kilómetros, lo conseguí o, mejor dicho, lo conseguimos», escribió ayer Luis Enrique en su página web, para agradecer la gran cantidad de mensajes de ánimo que le llegaron. Luis Enrique se fue al Sahara como parte del equipo Prisma Global, que participó con fines benéficos.

Luis Enrique tuvo que disputar las últimas tres etapas con los pies llenos de heridas. Más que correr, el asturiano completó la carrera poco menos que caminando. Así se explica que en la última etapa, de sólo 17 kilómetros, tardara tres horas y cuarto, bastante más de lo que necesita en el maratón (42 kilómetros).

Su puesto, el 301 de 825 participantes, es lo de menos. «Vine porque me gustan los retos que puedo hacer con un grupo de personas y que aporten una experiencia humana», explicó, tras cruzar la línea de la mano de Salvador Ribot y Marcel Batlle.