Es el último día que estoy en el campo base. Son las 4 de la madrugada y voy a iniciar el ascenso, atravesando la peligrosa cascada del Khumbu, y que espero termine en la cima del Lhotse el martes 20 de mayo. Desde mi última comunicación he cumplido el plan previsto. Pasé seis días en altura, entre ellos dos noches a 7.500 metros. Lo he pasado mal; al principio, hasta con vómitos y con un frío intenso que apenas me dejaba calentar los pies dentro del saco de pluma, y durmiendo mal por la insuficiente aclimatación que ahora creo ya mejor asimilada. Luego volví a bajar al campo base, donde he pasado dos días comiendo y durmiendo mucho mejor. El día 8 la expedición china estuvo en la cima del Everest y la vigilancia del ejército ha cesado por completo. Ahora ya todo depende de nosotros y de la montaña; de sus vientos y su aire irrespirable, sus nubes de hielo, sus grietas (los desprendimientos del glaciar son constantes, incluso durante la noche, y aunque te vas acostumbrando siempre es motivo de inquietud). Hay tres resaltes donde, si coincides con más gente, hay que parar y esperar, y es uno de los momentos donde más peligro existe de tener congelaciones.

Mi sherpa está muy motivado y me dice que lo vamos a conseguir en poco tiempo. El peligro aumenta cuanto más se tarde en la ascensión. Si todo va bien, el jueves podría estar de vuelta en el campo base. Necesito el empuje y el ánimo de todos. Ahora llega el momento de la gran final...