El alemán Michael Schumacher (Mercedes) sumaba en el GP de Mónaco una nueva sanción a su extenso palmarés que le convierte en el piloto más penalizado en la historia de la Fórmula 1.

Las dos últimas sanciones a Schumacher han tenido además al asturiano_Fernando Alonso como involuntario actor invitado. El domingo el alemán era penalizado con veinte segundos por adelantar a Alonso (Ferrari) con la carrera neutralizada en la última vuelta. La anterior, en 2006 y también en el GP de Mónaco, al aparcar su Ferrari en la curva de La Rascasse para evitar que el asturiano, entonces en Renault, le arrebatara la pole, por lo que fue enviado al último puesto.

Entre los muchas marcas que atesora Schumacher (7 títulos, 91 victorias, 155 podios...), la menos deseable es la del piloto más sancionado en la historia de la Fórmula 1, ya que no repara en nada a la hora de lograr el triunfo. Desclasificado del GP de Gran Bretaña de 1994 por no respetar la bandera negra de exclusión durante la carrera, lo que le acarreó dos pruebas de suspensión.

Ese mismo año lograba su primer título en la última prueba del Mundial, en el circuito australiano de Adelaida, en una maniobra ejecutada con milimétrica frialdad. Schumacher lideraba la prueba con pocos segundos de ventaja sobre Damon Hill cuando se salió de la pista y dañó la suspensión de su Benetton Ford._El alemán logró volver a la pista, se apartó para que el británico le adelantara y cuando llegaron a la curva le cerró la trayectoria provocando la colisión. Los dos pilotos se veían obligados a abandonar y Schumacher se proclamaba campeón con un punto de ventaja sobre Hill, curiosamente uno de los comisarios que el domingo le sancionaba en Montecarlo.

Tres años después, fue excluido del Mundial de 1997 por tratar de ganar su tercer título del mismo modo que el primero, al intentar echar fuera de la pista al canadiense Jacques Villeneuve en el GP de Europa disputado en Jerez.

El incidente acabó en el Consejo Mundial de la FIA, cuyos 24 miembros estimaron que el incidente fue deliberadamente causado por Schumacher, aunque de una manera «instintiva y no premeditada».

Las órdenes de equipo tampoco es que hayan favorecido la imagen del heptacampeón germano. Lo ocurrido en 2002 en el GP de Austria con la monumental bronca del público que se sintió estafado por la victoria del alemán, cuando la carrera la había dominado el brasileño Rubens Barrichello y la pantomima del podio, cediendo el escalón más alto al sudamericano, son episodios que también han dañado la imagen del campeón de las estadísticas en lo bueno y en lo malo.