A Andrew Bynum sus 213 centímetros lo llevaron a la NBA siendo aún un niño. En el último año en el instituto St. Joseph de Metuchen (New Jersey) promedió 22 puntos, 16 rebotes y 5 tapones y prefirió presentarse al «draft» de la NBA a matricularse en la Universidad de Connecticut, donde tenía plaza reservada. Los Lakers lo elegían en aquel 2005 en la décima posición, y el 2 de noviembre jugaba sus primeros minutos en la mejor liga del mundo. Fueron 6 minutos ante los Denver Nuggets, y aunque falló los dos tiros que intentó se convertía, con 18 años y 6 días, en el jugador más joven en debutar en la NBA.

Ahora, en su séptima temporada en el conjunto angelino, con dos anillos logrados a la sombra de Kobe Bryant y Pau Gasol y de haber superado un buen número de lesiones en sus rodillas, Bynum ya está promediando los números que de él se esperaban: 18,4 puntos y 12,2 rebotes por partido.

Fue anoche, en el AT&T Center de San Antonio, frente a los Spurs, el segundo mejor equipo de la Conferencia Oeste, cuando Bynum se hizo realmente mayor. Sin Bryant, lesionado, los Lakers se encomendaron al poder de los 2,13 de Bynum y Gasol y los angelinos ganaron 84-98. Entre los dos pívots sumaban 37 puntos y, lo que es más destacable, 41 rebotes, más que todo el equipo tejano en total (33).

La aportación de Bynum fue de 16 puntos y ¡30 rebotes!; el segundo jugador en todo lo que va de siglo XXI que alcanza la treintena de rechaces, tras Kevin Love (Minnesota), que sumó 31 hace dos temporadas en un partido ante los Knicks.

Esta campaña el récord de rebotes estaba en poder de Dwight Howard (Orlando) y del turco Ersan Ilyasoba (Milwaukee), ex jugador del Barcelona, ambos con 25.

La jornada de ayer también dejó las victorias de los Grizzlies ante Phoenix (104-93, con 8 puntos, 7 rebotes y 4 asistencias de Marc Gasol) y la derrota de Oklahoma (12 puntos, 7 rebotes y 3 tapones de Ibaka) por 98-100 ante los Clippers.