Oviedo, J. I. CASTAÑÓN

A Alberto Suárez no se le olvidará el año 2012, como a muchos españoles, desgraciadamente por motivos bien distintos. El campeón paralímpico en maratón en los Juegos de Londres, plusmarquista mundial en la mítica distancia, en la que obtuvo su oro olímpico, y elegido recientemente mejor deportista asturiano por la prensa del Principado, redondeó con su victoria en la «San Silvestre» de Oviedo la más concurrida de sus 29 ediciones, con 4.000 corredores, su año mágico 2012.

El riosano, un atleta que es discapacitado visual a causa de una lesión macular que -salvo un ansiado avance de la ciencia médica- le hará perder la vista, consiguió su triunfo de idéntica manera a como lo hiciera en 2011: aplastando a sus rivales con un ritmo trepidante desde el inicio de la prueba de 5.000 metros. Un triunfo que le supo a gloria, rodeado de los suyos, y que, todo hay que decirlo, le quitó el mal sabor de boca de la derrota que había sufrido el día anterior en la madrugadora «San Silvestre» de Siero, a manos del sierense Pedro Calvo, un atleta que había protagonizado con sus ataques la primera prueba de campo a través de la temporada en Asturias.

El atleta que prepara Chus Castaño aprendió la lección polesa y no quiso jugársela en los últimos metros, a mayor desgracia de sus rivales más cualificados, dos atletas veteranos: Juan Carlos Rodríguez (Piloña) y el carbayón Luis Díaz, que nunca inquietaron al riosano, que ha dejado el Oviedo Atletismo para crear un club unipersonal que le permite publicitar a sus patrocinadores. Una imagen que ilustra el dominio del deportista paralímpico es que cuando Alberto ya había recorrido la totalidad de la calle Fruela y le separaban apenas 300 metros de la meta instalada en la plaza la Catedral, Rodríguez y Díaz hacían su aparición en la calle que alberga el Parlamento asturiano. Anteayer sí hubo lucha por la segunda posición, que se llevó Rodríguez ante Díaz, que sabe también lo que es ganar la «San Silvestre» de Oviedo.

Por su parte, la prueba femenina finalizó como sucediera en la edición de 2011, con el triunfo de la lenense Esther Álvarez (SC Ribadesella), que no las tuvo todas consigo. La corverana Vanessa Suárez, una corredora que ha dejado el atletismo federado esta temporada, pero no el de carácter popular, salió en cabeza de carrera hasta que en la segunda subida a la calle Conde Toreno, casi a mitad del recorrido, la lenense dio alcance a la corverana y no abandonó ya la primera posición. Tras ellas, pero ya lejos, la tinetense Beatriz Fernández Francos, que había sido segunda el día anterior en la prueba de su concejo natal y que regresaba a Asturias, donde llegó a brillar hace años en las pruebas de 10.000 metros y cross.

Más allá del indudable protagonismo que les corresponde por derecho propio a los vencedores, la «San Silvestre» de 2012, parafraseando los términos acuñados por esos economistas partidarios de los ajustes o recortes, destacó por una plantilla sobredimensionada de corredores. Quizá por ello los últimos del pelotón eran tantos e iban tan juntos que era fácil hacer el chiste de que parecía que en vez de correr estaban parados, mientras subían las empinadas cuestas de las calles de la capital camino de 2013.

Como el humor no faltaba en los entusiastas participantes, se vio sobre el asfalto a todo un equipo de fútbol americano con los colores de Oviedo, a los que iban ataviados con los típicos adornos navideños, al ya clásico vestido de torero, a la mamá deportista con el carrito, y, por encima de todo, destacaron muchos corredores con camisetas azules del Real Oviedo, todo un guiño a la esperanza de sus simpatizantes, que están seguros de que no tardarán en venir tiempos mejores para el club de sus amores.

Un deseo de esperanza porque nunca llovió que no parara, que comparten hoy por hoy la totalidad de los españoles, corredores o no.