La música de "Sweet home Alabama" puso fin a una magnífica noche de baloncesto en Pumarín. Una gran canción para despedir a un equipo que realizó su partido más completo de la temporada y una buena forma también para honrar a Jordan Swing, oriundo del estado sureño de los Estados Unidos al que hace referencia la conocida canción compuesta por la banda de rock Lynyrd Skynyrd.

Y es que Swing, con 21 puntos y 29 de valoración, volvió a ser el mejor de un Unión Financiera que fue superior a todo un Palma. Un equipo construido con el único objetivo de ascender y que tiene en sus filas a algunos de los más cotizados jugadores de la LEB Oro. El escolta volvió a destacar, pero la de ayer fue una victoria de equipo. Juntos lograron frenar a Richi Guillén, el máximo anotador y el pívot más dominador de la competición desde hace muchos años. A ello contribuyó un Mario Cabanas que lució poco en ataque pero que se convirtió en un valladar defensivo.

Fue un encuentro emocionante pero que no llegó a ser agónico como en otras noches en Pumarín en las que el partido se resuelve en el último segundo con un lanzamiento que suele ser una moneda al aire. El de ayer estuvo igualado hasta los últimos minutos, cuando los locales metieron la directa. Un choque que el Unión Financiera consiguió que cayera de su lado a base de trabajo y perseverancia; por esfuerzo defensivo, por luchar cada rebote, por ganarse cada canasta que subía al marcador. Un combate en el que ambos contendientes se emplearon con una dureza que hizo aún más bello el partido. Casi épico. Que se lo digan a un Jordan Swing que acabó con un apósito encima del labio que parecía un bigote azul.

Otro ingrediente que hizo que la noche fuera redonda es que el trabajo no estuvo en absoluto reñido con la belleza. Hubo acciones por ambos bandos de gran plasticidad. Es un placer ver cómo Swing se zafa de sus contrarios, sabedores de su efectividad desde la línea de tres, para fintarlos y acabar encestando de dos desde posiciones más cercanas al aro. También fue bonito ver los movimientos del veterano Richi Guillen, en las pocas veces que se lo permitieron, o la manera en la que Mikel Uriz maneja a su equipo. Puede que ayer estuvieran frente a frente en Pumarín los dos mejores bases de la categoría: Uriz por los isleños y Ferrán Bassas por los ovetenses.

Porque Bassas volvió a hacer un gran partido. El catalán dio a los suyos lo que necesitaban: metió canastas a aro pasado cuando el equipo se atascaba en ataque, corrió cuando era lo indicado y paró el partido cuando era lo más prudente. Un pilar que sostuvo a un Unión Financiera que ayer ofreció su cara más guapa.

Y eso que hubo un momento en el segundo parcial que amenazó desastre. De hecho, tras un primer cuarto que acabó con empate a 22, Palma le endosó un 0-13 de parcial en tres minutos que olía a descalabro (22-35). La fuerza de Hearst, la grandeza de un Van Wijk ayer brillante y la efectividad del de siempre, Swing, recondujeron la situación para irse al descanso sólo tres abajo (38-41).

La segunda parte fue casi perfecta por los locales. En el tercer periodo reinó la igualdad (59-59) pero en los últimos diez minutos el equipo ovetense funcionó como una máquina perfecta para ir forjando pequeñas ventajas -nunca fueron de más de ocho puntos- pero que supieron aguantar hasta el final; un final con buena música y una merecida ovación.