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Fondo Norte

Recuerdo de tres personajes que se han ido

Ed Johnson, Gaspar Rosety y Pepu Noval ocupan lugares prominentes en la memoria local

El adiós de Ed Johnson, símbolo del Gijón que quiso crecer en baloncesto y que creció, aunque por poco tiempo, cierra una etapa del deporte gijonés. Porque el baloncestista fallecido en los Estados Unidos fue, sin duda, durante años el símbolo del mejor deporte gijonés. Había sido una estrella en Estados Unidos y en España, y lo fue en Gijón dentro y fuera de las canchas. Su adaptación a la ciudad es la enésima prueba de que Gijón abre los brazos y abraza a quienes llegan a ella como llegó Ed. En días como éstos no queda más remedio que recordar a Dioni Viña, cantor del baloncesto local.

Y en momentos como éstos hay que recordar a figuras que nos han ido dejando en las últimas semanas. Por ejemplo, Gaspar Rosety, sin duda el mejor relator de fútbol en la radio española. El fútbol no es el mismo desde que Gaspar dejó de narrarlo por las ondas. No se sabe de ninguno de los relatores actuales que se acerque a la categoría del gijonés, un número uno al que otro número uno, José María García, pudo hacer sombra en lo que el relato de partidos se refiere. Un gran profesional y un gran hombre.

Otro gran profesional y gran gijonés, un gijonés "enragé" que diría el llorado Juan Ramón Pérez Las Clotas, se nos ha ido: Pepu Noval, de la heladería Islandia. Un tipo irrepetible al que Gijón echa de menos a la hora siguiente de su fallecimiento. Pepu llenaba cualquier espacio en el que estuviera; desde su negocio hasta su butaca en la tribuna de El Molinón. Pepu inspiraba una cita anual conocida como la de "Los amigos de Pepu", título que lo dice todo. Echado "palante" y un punto voceras, Pepu deja enraizados en Gijón los nuevos sabores de helados que fue creando en los largos inviernos locales y que mostraba cada verano de éxito comercial. Un tipo irrepetible al que la ciudad seguirá llorando.

Las tres figuras citadas soñaban, sin duda, con la permanencia de este Sporting que a media mañana de un miércoles de descanso de sus profesionales sorprendía con el anuncio de la destitución de Tomás Hervás, entrenador del segundo equipo. La medida sorprende porque el filial estuvo peor que está, aunque llevaba algunas semanas de malos resultados. Pero de los filiales no hay que preguntar los resultados, sino de los jugadores que van llegando y que apuntan al primer equipo. Y ésta es la cuestión. Lo que parece difícil es que algún entrenador, aunque sea de un filial, pueda espigar futbolistas con futuro entre sesenta y dos, el número que, según confesión propia, ha entrenado esta temporada el destituido Tomás Hervás. Sesenta y dos futbolistas entre miembros de la plantilla del filial, juveniles o jugadores a prueba. La verdad es que parecen muchos, pero así son a veces las cosas.

Tomás Hervás, por cierto miembro de la plantilla del mejor Celta de la historia al que Víctor Fernández, el entrenador, quiso convertir en uno de sus hombres de confianza aunque no fuera titular indiscutible, seguro que tiene buena información del próximo visitante del Anfield del Piles. Ése es un trago a pasar por el gran timonel y los suyos que están metidos en la fase crucial de una temporada cuyo balance habrá que hacer con todo lujo de detalles cuando se cierre el ejercicio. Un cierre que se espera feliz.

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