Los jugadores del Marino están encantados en Candás. La plantilla azulona empezó esta semana a entrenar en el sintético anexo a La Mata ante el mal estado de Balbín y los futbolistas preguntaron al presidente, Luis Gallego, sobre la posibilidad de realizar allí todos los entrenamientos y no sólo los miércoles y los jueves como está previsto. "Es lógico que se quieran quedar porque los vestuarios y las instalaciones de Candás son del siglo XXI y los de Miramar del XIX", señaló Gallego.

El presidente, no obstante, no puede complacer a sus jugadores. "Pagamos la cuota del polideportivo de Candás y, aunque es verdad que es más barato que en Gijón, ahora un euro es importante". Pero hay más: "Para el club es un trastorno por preparar todo el material. No tener Balbín es un problema gigante".

La alternativa es Miramar, pero el campo es de hierba y sufrió con los 60 entrenamientos y catorce partidos entre Liga, amistosos y Copa Federación que jugó el equipo desde el verano.

Y es que Gozón adolece de buenas instalaciones deportivas. El sintético de Balbín está "como una carretera" en palabras del técnico, Adolfo Pulgar, y Miramar tiene las goteras propias de sus 64 años de vida, acrecentadas por la falta de inversión porque, señala, Gallego, "las cosas que se hicieron fueron a iniciativa del club, que tiene el campo en alquiler hasta 2021, pero es una instalación municipal y corresponde al Ayuntamiento mantenerla".

Gallego tira de memoria para concretar el apoyo municipal. "En 1996, cuando subimos a Segunda B, el Ayuntamiento aportó 5 millones de pesetas que se utilizaron en arreglar los vestuarios, comprar la máquina del campo y poner los 378 asientos de la tribuna porque unos años antes se habían puesto los pilares y el techo pero sólo eso. Y con Francisco Roces como alcalde se encargó una cubierta de 600.000 pesetas para la secretaría que pagó el Ayuntamiento, pero la instalación la hicieron los directivos".

El resto de los trabajos fueron a iniciativa del club con distintas ayudas. "Fuimos haciendo arreglos con los hierros que regalaba Manuel Lloriana y el trabajo desinteresado de José Antonio, un directivo que estuvo 20 años trabajando por el campo". Pero el club ya no puede más económicamente. "La última obra fue el drenaje de hace tres años que nos costó 32.000 euros y fue el Ayuntamiento quien puso el material", explicó Gallego, quien está pendiente de una visita del concejal de Deportes, Daniel Fernández, y del alcalde, Jorge Suárez, "para que vean las instalaciones y comprueben que Miramar necesita una remodelación porque son años sin una buena inversión".