Pedro Sánchez pensó en voz alta algo que tal vez comparten sin publicidad algunos de sus adversarios. Que sus votantes están "desanimados". Unos más que otros, añadió con inquietud el aspirante socialista, pero los del PSOE algo más que los del PP mucho más que los de Podemos. Esta campaña empezó en realidad poco después del 20 de diciembre, pero desde ayer es oficial que se libra una pelea entre rivales y otra de todos contra el fantasma renacido del desánimo. La papeleta común de los candidatos que ayer abrieron camino hacia la segunda campaña electoral en seis meses consiste en convencer a las masas de que deben volver a votar porque la culpa de la repetición de los comicios la tienen los otros, porque a lo mejor esta vez sí encontrarán una forma de entenderse y arreglarlo.

Como nadie identifica a los responsables en su casa, faltaría más, las elecciones de después del fracaso de la política someten al escrutinio público casi exactamente a los mismos aspirantes de hace medio año. En España y en Asturias, y con muchas menos dificultades en España que en Asturias, la coalición entre Podemos e Izquierda Unida que no pudo ser el 20-D ha dado a luz a Unidos Podemos para el 26-J y casi todo lo demás es la secuela exacta de aquellas urnas de un día antes del acceso del invierno escenificada esta vez muy poco después de la entrada del verano. Una secuela que ha de ser vista, esto sí, a través del tamiz nada desdeñable de la legislatura más corta de la historia de la democracia española, de la incapacidad de los partidos para juntar apoyos capaces de desembocar en la confección de una mayoría de gobierno y del esfuerzo que todos ellos han emprendido desde hace meses para desmarcarse de la ominosa búsqueda de culpabilidades. La batalla está servida, pelean unos contra otros y todos contra el recelo que han hecho renacer: en los seis meses que han transcurrido entre la encuesta preelectoral del CIS en diciembre y la divulgada ayer, el porcentaje de los que califican la situación política del país de "mala" o "muy mala" ha subido del 68,5 al 80,7 por ciento de los consultados.

Han fotocopiado las papeletas. Vuelven los mismos a decir más o menos lo mismo. En el muestrario de los colegios electorales, con muy pocos cambios en la oferta y más o menos los mismos nombres en las candidaturas, sólo cambia la alianza estratégica de las fuerzas de la izquierda, que encalló en diciembre y para junio se lo ha pensado mejor. Asturias opta seriamente a territorio con más coaliciones por habitante, sumando esa a la reedición de la alianza entre PP y Foro, presentando esta vez seis partidos embutidos en cuatro papeletas, lideradas por tres mujeres y un hombre. La encuesta del CIS, sin porcentajes de votos por circunscripciones, le ofrece a la demarcación asturiana el mismo reparto de escaños que en diciembre, los tres de la coalición de la derecha, los dos de Podemos y PSOE y el asiento solitario de Ciudadanos. Mientras tanto, en el arranque de la campaña Unidos Podemos busca, ahora sí, ahora abiertamente y sin reparos ideológicos o tácticos, asaltar la izquierda sumando los votos de IU, el PSOE se defiende llamando a la apretura de filas entre su electorado y al otro lado el PP y Foro se presentan como la única alternativa segura, con presidente prefijado, y Ciudadanos, expresamente capaz de pactar con socialistas y populares, añade la convicción de que el mensaje es el diálogo frente a las trincheras y el acuerdo frente a la división.

Mientras PSOE y Ciudadanos tratan de soltarse las manos sin grandes ofensivas mutuas, por lo que pueda pasar, y en Asturias IU marca distancias con los socialistas para tratar de hacer compatible su pacto de investidura con el PSOE y su alianza electoral con Podemos, los candidatos asturianos echaron a andar ayer por esos territorios en los que, arrumbado definitivamente el bipartidismo, el juego de las diferencias entre campañas deja sin resolver el resultado del viraje a la izquierda de Podemos, el de su ambición nunca disimulada de saltar por encima del PSOE y el de una batalla más en la guerra eterna por la conquista del centro político. Otra vez.

Para escoger un sitio desde donde empezar a caminar hacia donde sea que lleven estas elecciones repetidas, los candidatos asturianos aceptaron ser fotografiados por LA NUEVA ESPAÑA sosteniendo sus papeletas, las reales y las metafóricas, en escenarios con significado para cada uno de ellos. Susana López Ares (PP-Foro) en Verdicio (Gozón) a la vista del Cabo Peñas, Adriana Lastra (PSOE) en el Campo San Francisco de Oviedo, Sofía Castañón (Unidos Podemos) ante el ayuntamiento de la capital e Ignacio Prendes ante la playa de San Lorenzo de Gijón.

La campaña más austera, o eso dicen, será también la que exija de los candidatos una mayor pericia en el esfuerzo de movilización de las masas. Y mientras vuelve a oírse a lo lejos la fanfarria dulzona de los himnos de los partidos, en versión latina o partitura tradicional, resuena también de fondo la pregunta estrella de la larguísima precampaña electoral. Y si se repite el resultado, ¿qué?

Los signos de interrogación permanecerán en el aire hasta el día 26 y más allá. Mientras tanto, puestos ante la papeleta de defender por qué animarse a volver a votar, los primeros de las listas al Congreso por Asturias hacen frente cada uno a su modo, dejando ver un avance de por dónde irán los tiros en la campaña que se lanza a partir de hoy. Al buscar una buena razón para acercar a los votantes a las urnas, Susana López Ares trata de movilizar a los suyos bajo la convicción de que "sólo votando al PP-Foro se sabe a qué opción política se está apoyando". A su entender, a la vista de los movimientos de estos meses, respaldar a las otras tres grandes candidaturas equivale a no conocer "a qué presidente estás votando". Frente a ella, la cabeza de lista del PSOE, Adriana Lastra, levanta la bandera del socialismo "de corazón" para arañar votos de donde su partido no los tuvo el 20-D. "Si todos los socialistas de corazón nos movilizamos", persevera, "habrá Gobierno del cambio en España. Depende de nosotros, también de quienes se quedaron en casa el 20 de diciembre porque pensaban que el cambio era imposible, y de los que están decepcionados con el voto a otras fuerzas políticas".

Sofía Castañón reenvía el mensaje de diciembre defendiendo, con el partido del gobierno en el punto de mira, que "frente a los recortes, la corrupción y el austericidio del PP, llevamos la sonrisa y la ilusión que queremos devolverle a la gente" e Ignacio Prendes sitúa a Ciudadanos "en el diálogo y en el acuerdo", en el tendido de puentes, y saca de este proceso anómalo y fallido la conclusión de que los ciudadanos, que "nunca se equivocan", "son más responsables que su clase política".