Madrid, Agencias

El discurso de José Bono fue seguido desde los escaños por 144 de los 350 diputados que conformaban la Cámara el 23-F, así como el presidente Zapatero, el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, ambos compartiendo el banco azul habitualmente reservado al Gobierno, y parlamentarios actuales de todos los grupos.

Su relación de agradecimientos, seguida de los aplausos de los presentes, abarcó la práctica totalidad del espectro político de 1981, pero también a los periodistas (entre ellos el asturiano José María García, presente en la Cámara) que contribuyeron a que se conocieran los hechos.

«Los diputados aquella noche lo pasamos mal, pero no nos sentimos solos, nos acompañó la radio», dijo al recordar cómo el transistor de Fernando Abril Martorell les mantuvo informados sobre lo que pasaba fuera del Congreso. Bono dejó claro que el acto no pretendía «conmemorar nada», sino evocar un hecho que supuso una «inflexión» en la historia de España porque acabó con el «ruido de sables» y «sirvió de vacuna para nuevas felonías». Previamente Landelino Lavilla rememoró emocionado el día en el que los diputados dieron verdadero valor a la libertad y la democracia, entonces en peligro, y destacó la respuesta del pueblo como firme guardián de esos principios. Por otra parte, Madrid dedicará una de sus calles al general Manuel Gutiérrez Mellado. La ministra Carme Chacón dijo que «pocas veces un gesto de un sólo hombre significó tanto». La silla de ruedas impidió a Fraga estar en la foto de familia.