El día de ayer, rico en anuncios inesperados y pródigo en nuevas incertidumbres, empezó con una oferta de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para formar gobierno, pero sólo si el secretario general de Podemos tiene reservada la silla del vicepresidente, un cargo que allá por julio aún aseguraba que jamás aceptaría. Es más, entonces garantizó que no participaría en ningún ejecutivo que él no presidiera.

El movimiento de Iglesias cogió al secretario general de los socialistas con el pie cambiado; tanto, que tuvo que recurrir a la ironía para salir del paso: "El Rey me ha informado sobre la propuesta de Pablo Iglesias: entré en Zarzuela sin Gobierno y parece que tengo los ministros y ministras ya nombrados".

Esa ironía y el malestar de muchos destacados socialistas por la "humillación" -manifestado a lo largo de un día muy agitado- es la mejor prueba de que la oferta de Iglesias a Sánchez es un regalo envenenado.

El líder de Podemos mete presión a su homólogo socialista para que se proponga como candidato a la investidura, apoyándose en un pacto a varias bandas y con no menos de media docena de partidos -algunos de ellos independentistas- del que sabe que los barones recelan; tanto, que tal como están las cosas entre Ferraz y San Telmo, podría provocar una hecatombe en el partido. Y ya se sabe que todo lo que sea minar al PSOE, cuyo espacio electoral aspira a ocupar, es agua bendita o maná del cielo para Iglesias.

Pero la "pinza" a Sánchez la completó horas después Mariano Rajoy, al declinar presentarse a la investidura "de momento" porque carece de apoyos suficientes para ser presidente del Gobierno.

Rajoy le dice a Sánchez que es su turno, que el socialista sí tiene apoyos -el muy interesado de Iglesias, sobremanera- y le obliga a retratarse, a sabiendas de que los pactos -varios- que el líder del PSOE necesita armar están todavía por hacer.

De esa manera, además, el presidente del PP gana tiempo y consigue que no empiece a correr el plazo de dos meses antes de que, por ley, sea necesario convocar nuevas elecciones.

Escenografía

Por eso no debe extrañar a nadie que el presidente del Gobierno en funciones decidiera declinar la propuesta del Rey de someterse a la investidura después -y no antes- de escuchar y ver la escenografía "de gabinete" y reparto de carteras que Iglesias le había lanzado a la cara a Sánchez por la mañana, tras reunirse en la Zarzuela con Felipe VI.

Iglesias y Sánchez -por ese orden- se entrevistaron con el monarca por la mañana. Rajoy lo hizo por la tarde. El secretario general del PSOE se quedó, nuevamente, en el medio. Otro remedo de la "pinza". Y ahora, para los socialistas, el presidente del Gobierno es ya un "antisistema" por declinar la investidura. Los extremos se tocan.