Quiero añadir algunas reflexiones a lo ya manifestado sobre lo ocurridos en Cataluña el 1-O, centrándome en aquello que no se manifestó todavía en los medios, o que al menos no me llegó.

El Gobierno catalán, para cubrir, tapar o despistar, y paliar su falta de respeto a las normas y leyes al declarar una ley de transitoriedad jurídica de independencia, se esconde tras la ciudadanía a la que azuza y saca a la calle para que, con manifestaciones y ocupación de los espacios públicos, logren lo que deberían lograr los gobernantes catalanes. Es su trabajo hacerlo dentro de la legalidad, y no pasarle el muerto a la sociedad que les eligió para que ellos hicieran política, creando leyes, llegando acuerdos, etc., pero dentro de las reglas de juego establecidas, las mismas que sirvieron para que ellos llegasen al gobierno.

Ahora, el herido en el ojo, la señora de los dedos rotos falsos, los golpes, patadas, tirones de pelo, caídas y empujones, las sufren los ciudadanos. Mientras, los políticos están a buen recaudo esperando en las trincheras a ver cuántos de sus conciudadanos se lesionan, cuanto más y más grave, mejor, para luego sacarle rédito político y mediático, y así seguir utilizando su tan manida estrategia del victimismo (España nos roba y ahora España nos pega). Me recuerda la época de niño en la escuela.

De otra parte, el Gobierno de España, sumido en la inacción, confiando en la estrategia de no hacer nada (el tiempo lo resolverá por si solo), que en ocasiones les funcionó muy bien. Pero esa estrategia no es válida para siempre, para todos y para todo tipo de problema. Ahora, cuando ya es tarde, le pasa la resolución del problema a la fiscalía y justicia, Policía y Guardia Civil, para que estos les resuelvan el conflicto que deberían haber resuelto con diálogo ellos, los políticos.

Una vez llegado a esta situación, creo que no era necesario ese afán y empeño en evitar que los catalanes votaran en un referéndum ilegal. Lo ilegal ya era el referéndum en sí, no era necesario quitar las papeletas, ni urnas, ni parar con medios policiales las votaciones. Estas ya no tenían trascendencia ni validez ninguna, carecían de toda legalidad, del perceptivo censo, no había junta electoral, etc. Pensemos que en ese momento el Gobierno sí contaba con todos los apoyos y reconocimientos internacionales. Pero no, el Gobierno de la nación también pasa el muerto a otros, en este caso a la Justicia y a los cuerpos de seguridad del estado, poniéndoles en situación ridícula, para que estos le resuelvan un conflicto que los políticos crearon por su incompetencia para el cargo y funciones que la sociedad (los cuerpos de seguridad del Estado los incluyo en el término sociedad) les encomienda.

Aquí quiero destacar y hacer mención al grave error de los estrategas que se ponen al frente de los tres cuerpos policiales: Mossos, Policía Nacional y Guardia Civil, al establecer el reparto de tareas y funciones a realizar por cada cuerpo encaminadas a que el referéndum no se lleve a cabo. Me explico; todos teníamos claro antes del día 1 de octubre, que los Mossos no iban a cumplir con rigor el mandato de la fiscalía. ¿Cómo se les ocurre encargarles, precisamente a ellos, la tarea más importante para el éxito del operativo, el control de la no apertura de los colegios con el fin de evitar las votaciones?. Pues bien, como era de esperar, los Mossos se pusieron de perfil y no se logró alcanzar el primer, y desde mi punto de vista, más importante objetivo estratégico de la operación: mantener cerrados los colegios.

Para mí, esta fue la causa principal del fracaso del operativo y lo que desencadenó las situaciones de acoso a la Policía y Guardia Civil. También de la mayoría de las situaciones violentas, con lanzamiento de piedras, vallas, etc. en las que, las fuerzas de seguridad del estado, se vieron en la necesidad de cumplir órdenes usando la violencia como recurso, en ciertas ocasiones desmedida o desproporcionada. No quedaba otra, o contundencia para abrirse paso, o no cumplir las órdenes. Órdenes que desde el mediodía ya no se les pidió cumplir, entonces no debían ser muy importantes, en fin.

Creo que si se hubiera encargado a la Policía o Guardia Civil el cometido de mantener cerrados los colegios, y a los Mossos controlar la multitud, estoy seguro de que las votaciones en los colegios no se hubieran producido, los unos hubieran conseguido que no se abriera ni un colegio y los manifestantes no hubieran sido tan provocativos ni violentos con los Mossos. No se hubieran vivido tantas situaciones violentas. Es muy diferente proteger y mantener los colegios cerrados, en este caso los votantes tendrían que atacar a la Policía para entrar, a tener que entrar la Policía para sacar a los votantes que no quieren salir y se oponen activa o pasivamente. En ese caso es la Policía la que tiene que actuar para sacarlos y cerrar el colegio.

Pienso que ahora estaríamos en un escenario muy diferente, hablando de un claro triunfo del Estado de Derecho y de las fuerzas de orden público, hoy muy en entredicho en todos los ámbitos, incluido el internacional. Un fallo de estrategia en la asignación de tareas imperdonable, pues la actitud de los Mossos era totalmente predecible y previsible.