"-Vanesa, ¿qué te pasa que estás rara?
-Que no puedo hablar fía, que estoy temblando, que nos tocó, que nos tocó".
Vanesa Lozano, propietaria del quiosco Los Niños, situado en la calle General Suárez Valdés en El Coto, atendía ayer a los clientes con los ojos en lágrimas. Alrededor de la una de la tarde el propietario de la administración de loterías número 29 de Gijón, ubicada en Pumarín, llamó por teléfono al quiosco para darle la mejor noticia: el número 42.462 de la lotería nacional que él le había hecho llegar y que en los últimos días había vendido Lozano en su negocio resultó agraciado con el primer premio del sorteo que ayer se celebró en Madrid. Lo mejor de todo, en palabras de la quiosquera, es que "está muy repartido entre toda la gente del barrio". Lozano vendió 33 participaciones de 2 euros -premiadas con 20.000 euros cada una-, y otros 22 décimos que costaban 6 euros y que tuvieron un premio de 60.000 euros por barba. La suerte dejó en total en El Coto 1.980.000 euros a los que hay que sumar siete décimos que el lotero vendió en Pumarín y que hicieron que ayer Gijón se llevara 2,4 millones de euros con la lotería.
La fortuna llegó al quiosco de Lozano en el mejor momento. "Estamos a punto de traspasar el negocio porque mi suegro está enfermo y mi marido ya tiene trabajo y vamos a dejarlo", contó la mujer. Tras 12 años detrás del mostrador esta gijonesa se mostró "encantada de que la gente se vaya a quedar con este recuerdo". La mañana de ayer fue frenética. Lozano no paraba de responder al teléfono. A algunos clientes hasta les dio la noticia cuando acudieron como cada sábado a comprar el periódico. "Estarás de broma. Vane, que no haz gracia, mira que como sea mentira...", le respondía a la quiosquera una de sus clientas.
La suerte llenó de dinero a decenas de vecinos. Se calcula que a unos 50. La alegría se extendió del quiosco Los Niños a la vecina carnicería Mari Carmen. La propietaria de este negocio, Mari Carmen Uría, y su hija, Lidia Iglesias, llevan años comprando las participaciones de su amiga. Nunca habían tenido suerte, hasta ayer. "Ahora vamos a gastarlo en trapos y en un viaje que tengo en febrero, gracias a esto ya lo tengo casi pagado", contó Iglesias. "Siempre hay en qué invertirlo, ¿a quién no le viene bien una ayudina en estos tiempos?", se preguntaba la quiosquera antes de salir a brindar con sus vecinos.
Muchos de los afortunados ya tenían gastado el premio antes incluso de cobrarlo. "Hay que ayudar a la familia que yo ya tengo nietos y bisnietos", contó Rosario Robledo, de 81 años, a la que la suerte había visitado ya "hace 60 años, cuando yo tenía 20; por aquel entonces me tocó un millón de pesetas. De aquella no estaba Montoro para quitarte nada", aseguró la octogenaria. A su lado Candelas Vicente celebraba su estreno en la lotería. "No gané ni un euro en Navidad ni en Reyes; la semana pasada dije que iba a dejar de comprar la lotería, imagínate si llego a hacerlo", relató poco después de darle un abrazo a la quiosquera. Con un hijo en el paro y una hija madre soltera Vicente tenía muy claro lo que haría con el dinero. "Primero vamos a comer todos juntos porque a mi hermana también le tocó", aseguró. "Soy viuda, tengo una pensión pequeña y un hijo de 16 años que come y calza, necesitaba algo así", contó Ana María Vicente, vecina de la calle Quevedo. Estas dos hermanas tenían la costumbre de comprar la lotería en el quiosco. Ayer no podían creer que ese hábito les hubiera dado una alegría tan grande. "Mi hijo no dejaba de decirme que mirara bien los números", relató Ana María Vicente.
El sorteo de ayer estaba dedicado a los niños de San Ildefonso. Una coincidencia quiso que, precisamente, llenara de millones el quiosco Los Niños y, de paso, a decenas de vecinos de El Coto y alguno más de Pumarín.
