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Amigo, confidente y discrepante

El exministro Fernando Suárez relata su amistad con Torcuato Fernández-Miranda, que fue profesor suyo en Derecho "de clases deslumbrantes"

Público asistente a la conferencia sobre Fernández-Miranda. ÁNGEL GONZÁLEZ

El ex ministro Fernando Suárez González siempre ha tenido fama de excelente parlamentario, por coherencia, oratoria y claridad, virtudes que se extienden a su actividad como conferenciante. Suponemos que esa será una de las razones por las que ayer se desbordó la capacidad de la sala del Ateneo Jovellanos. La otra razón y primordial era el tema propuesto "Torcuato Fernández-Miranda, hombre de Estado". El acontecimiento se inscribe dentro del ciclo que el Ateneo está dedicando al insigne gijonés como homenaje en el centenario de su nacimiento.

En presencia de algunos familiares, entre ellos su hijo Enrique, duque de Fernández-Miranda, el conferenciante inició su alocución haciendo un paralelismo entre Melquíades Álvarez y Torcuato Fernández-Miranda, dos grandes políticos del siglo XX, hijos dignísimos de Gijón. Recordó Fernando Suárez el discurso pronunciado por Fernández-Miranda, siendo rector magnifico de la Universidad de Oviedo, con motivo de la inauguración de la Cátedra Feijoo, en la que sostenía que hay que compadecer a quién no ha tenido un maestro. "Por fortuna él fue mi maestro en la Facultad de Derecho, y después he sido su colaborador, amigo, confidente, e incluso discrepante".

A partir de ahí Fernando Suárez se refirió a los grandes momentos en que Torcuato dejó patente su altura de hombre de Estado, no sin dejar de lado hechos puntuales que le ayudaron a definir su propia ideología, como la profunda impresión que le causaró la Revolución de Octubre en 1934, sobre todo al ver arder la biblioteca de la Universidad. Actos que según sus reflexiones estaban motivados por la injusticia, la incultura y el hambre, males que se corregirían en una sociedad libre y de progreso.

A los 29 años Fernández-Miranda obtuvo su cátedra. Se casó en la iglesia de San José con una gijonesa de ojos verdes, Carmen Lozana. En 1951 es nombrado rector de la Universidad de Oviedo; es en esta etapa cuando funda el Ateneo Jovellanos. "Sus clases eran deslumbrantes", señaló Fernando Suárez. En 1956 pasa a ocupar la Dirección General de Enseñanza Universitaria, y en 1962 tras regresar brevemente a su cátedra es designado director general de Promoción del Trabajo, en cuyo puesto trasformó las estructuras sociales del mundo laboral. La ideología de Fernández-Miranda se centraba entre el liberalismo y el socialismo que exige la igualdad de oportunidades.

Su comparecencia en la Comisión de Leyes Fundamentales de las Cortes, en 1972 fue espectacular. Contestó a 172 preguntas sobre las asociaciones políticas; al día siguiente Emilio Romero titulaba en el diario Pueblo, "Apoteosis Fernández-Miranda". Para terminar Fernando Suárez expuso las causas por las que Fernández-Miranda se oponía a que el término "nacionalidades" se incluyera en la Constitución. El tiempo le ha dado la razón.

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