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Crónicas gijonesas

Frágil como el cristal

Recuerdo de las empresas que sustentaron en otros tiempos el potente sector local del vidrio, que fue determinante en el despegue industrial de la villa

Entrada principal de la fábrica de vidrio Gijón Fabril. ARCHIVO DE JUAN MARTÍN MERINO, "JUANELE"

La reciente decisión judicial de declarar a Gijón Fabril en concurso voluntario de acreedores va mucho más lejos, en la historia de la villa, de la pérdida de 48 puestos de trabajo y la desaparición de una centenaria razón social gijonesa. Se trata de la eliminación de un sector industrial que fue pionero, junto con la Fábrica de Tabacos, en la transformación de la economía gijonesa desde mediados del siglo XIX: el del vidrio, acrecentando, así, la paulatina desaparición de la industria local.

No siempre fue así. Hay que volver a 1843-44 y a los predios de Begoña para recordar la fundación, entonces, de la fábrica de vidrio plano, hueco y botellas La Industria, "la de más solera de Gijón", que "remonta sus orígenes a un horno para hacer botellas, construido en 1829 en Natahoyo por José Pintado. Dos años después fue adquirido por Ramón Toral quien trasladó los útiles a unos terrenos inmediatos al paseo de Begoña (entonces aún no existía dicho lugar de esparcimiento ciudadano y los terrenos serían ocupados por la fortificación construida a causa de la Primera Guerra Carlista), levantando un horno de seis crisoles (...) En 1844 tiene lugar la formación de una sociedad anónima denominada La Industria (...) para lo cual adquieren la factoría del señor Toral. Los socios fundadores fueron prohombres gijoneses como Felipe Canga Argüelles, Anselmo Cifuentes y Mariano Pola, asistidos por el técnico de origen suizo Luis Truan Lugeon" ("La ciudad del vapor. Historia de la industria y el comercio", de Paz García Quirós y José María Flores Suárez).

En las páginas del entonces diario republicano gijonés "El Noroeste" del número extraordinario dedicado el 15 de agosto de 1897 a la "colonia veraniega", podemos leer que La Industria "es, sin disputa, la más importante de España" en su cometido, así como que "los productos de esta fábrica han sido siempre premiados en todos los certámenes en que se han presentado, con diplomas de honor y medallas de varias clases".

También explicaba "El Noroeste" que en La Industria "se tiene por sistema jubilar a los operarios antiguos que estén inutilizados (sic) para el trabajo; abona el sueldo entero a los que se lastiman, hasta su completa curación, y cuando están enfermos se les pasa medio jornal". El establecimiento fabril vidriero tenía entonces "680 operarios, de los cuales 71 son extranjeros", y de ahí proceden algunos apellidos gijoneses de origen francés, belga o suizo.

Tres años después, en 1900, Antonio Díaz Blanco y Antonio Quesada emprendieron la idea de fundar en Gijón una empresa para fabricar harinas. A dicha idea se unieron Luis y Arturo Truan (descendientes de Luis Truan Lugeon), quienes propusieron ampliar la sociedad con una gran factoría vidriera. Así nació Gijón Industrial en terrenos del barrio de La Calzada, que entonces ya se estaba convirtiendo en la zona más fabril de Gijón.

Pero la empresa no salió tal y como sus socios habían previsto y los bienes hipotecados de la sociedad salieron a subasta en 1914, que adquirieron los mismos obligacionistas por el valor de la deuda (unas 277.000 pesetas), fundando entonces, con ese dinero como capital, la Sociedad Anónima Gijón Fabril.

La tercera empresa de importancia que se radicó en Gijón dentro del sector del vidrio fue Bohemia Española (en 1929-30), en la zona del entonces arrabal de La Braña, muy cerca de la denominada Gran Vía a El Musel (la actual avenida de Portugal), una firma especializada en la fabricación de vidrio artístico, donde se creó el denominado "vaso de campana" o "vaso Gijón", ideal para servir el cubalibre, que empezaba a ponerse de moda en los años 60 del siglo XX.

Bohemia Española fue una de las empresas de su ramo punteras en España. Cerró en 1994 y una de sus últimas remesas de vasos de sidra "soplaos de permuncha calidá, mui apreciaos por chigreros y bebedores de sidra pola su finura y pocu pesu" ("La botella de Xixón. Oríxenes y desendolcu hestóricu de la botella de sidra d'Asturies", de Inaciu Hevia Llavona) se destinaron a la venta en un Festival de la Sidra de Gijón.

Fue Gijón, sin duda, una de las capitales vidrieras más importantes de España, donde se fabricaban casi todas las botellas destinadas al envasado de sidra (tanto natural como achampañada) y unos primorosos vasos para que el néctar de la manzana asturiana pudiera espalmar adecuadamente.

Según recoge en su libro Inaciu Hevia Llavona, trabajo (escrito en lengua asturiana) por el que fue galardonado con el Premio "Fierro Botas" de Ensayo 2012, el último ejemplar de botella de sidra que se fabricó en Asturias, "del modelo axampanáu que diba destináu a Valle, Ballina y Fernández", salió "del fornu de Gijón Fabril a les seis de la tarde del 30 de marzu de 1981", según recogió el entonces director técnico de la empresa vidriera, Antonio Martín Tolosa.

El 8 de agosto de 1994 Gijón Fabril estrenó su nueva fábrica en el polígono industrial de Porceyo, frente a la planta de la multinacional japonesa Suzuki (ahora otro "difunto" industrial del concejo de Gijón), para dedicarse solamente a la fabricación de moldes hasta la reciente decisión judicial, que mandará al recuerdo Gijón Fabril, como antes pasó con La Industria y Bohemia Española.

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