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JESÚS BABÍO | Jefe de la sección de reumatología del Hospital de Cabueñes

"Es imprescindible que reumatología vuelva a integrarse en el Hospital de Cabueñes"

"La gran revolución en nuestro campo fueron las terapias biológicas; permitieron frenar y controlar enfermedades"

Jesús Babío, en la policlínica de la Casa del Mar. JUAN PLAZA

El Hospital de Cabueñes tiene especialidad de Reumatología desde julio de 1999, pero sólo ahora, desde hace unos meses, tiene un nombramiento de jefe de sección. Esa jefatura recae en Jesús Babío (bilbaíno de nacimiento, pero avilesino de crianza) uno de los dos reumatólogos que hace ya dieciséis años lanzó la especialidad, junto al doctor Luis Arboleya. En la actualidad son cinco los reumatólogos que se ocupan de toda la población del área V, lo que supone más de 300.000 pacientes potenciales que generan una importante presión asistencial. El 2015, en concreto, se cerró con unas 11.800 consultas y más de 600 tratamientos en el hospital de día. Jesús Babío, formado como residente en la Residencia Covadonga, es también profesor de la Facultad de Enfermería.

-¿Qué pasa por una sección de reumatología como la de Cabueñes?

-Nuestra principal actividad se centra en atender la demanda que generan los procesos degenerativos con dolores articulares. Una mayoría son mujeres de más de sesenta años. Es el patrón más típico. Luego, otra parte importante de la especialidad es la patología inflamatoria; que es realmente la atención que nos distingue. Hablamos, en ese caso, de artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, colagenosis?

-La suya parece una especialidad ingrata; sus pacientes llegan casi para quedarse, sin un horizonte de curación. ¿O no?

-Diría que no es del todo así, porque hay patologías que sí que tienen una mejoría importante. Por ejemplo la gota, el ácido úrico, que es de las enfermedades más agradecidas. Y lo que sí que aportamos los reumatólogos es el manejo de tratamientos que aunque no curen la patología permiten controlar la inflamación y mejoran de forma importante la calidad de vida del paciente.

-¿Esa es la clave principal de su trabajo, aportar calidad de vida a enfermedades que con el envejecimiento de la población pueden acompañar a una persona durante décadas?

-Gracias a muchos tratamientos y al diagnóstico precoz de las enfermedades inflamatorias lo que hemos conseguido los reumatólogos es una mejoría evidente en la calidad de vida de muchos pacientes y evitar esas secuelas de la enfermedad que antes se veían muy a menudo y que hoy en día no vemos en nuestras consultas.

-¿Ante un dolor inflamatorio es conveniente esperar para pedir una consulta hasta que la enfermedad se exprese mejor?

-Ni mucho menos. En el caso concreto de la patología inflamatoria cuanto antes podamos llegar al problema, antes diagnosticaremos, antes se pondrá tratamiento y antes se atajará un problema.

-¿Sigue generando tanta presión la fibromialgia? Hubo unos años en que la sensación era de ser una enfermedad nueva que se diagnosticaba muchísimo.

-Se puede decir que ahora hay menos presión que antes con este tema. Creo que se produjo un sobrediagnóstico de la enfermedad y ahora se localiza de forma más precisa. En esta cuestión también importa mucho descartar que esos pacientes puedan sufrir otras patologías.

-¿El paciente reumatológico clásico asturiano es el que tiene artrosis?

-Sí. Es así a nivel nacional, porque es la enfermedad reumatológica más prevalente. Por eso es la enfermedad que más pacientes aporta a las listas de intervención para implantes, tanto en el caso de prótesis de cadera como de rodilla.

-¿Qué hay que hacer para evitar ser un paciente de su unidad?

-Creo que debería haber mucha más educación sanitaria que incidiera en la importancia de la disminución del sobrepeso, lo que es perjudicial para las articulaciones; en el fomento de la actividad física, lo que favorecería un mejor tono muscular; y en la eliminación de hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol, porque eso favorecería una mayor adherencia a los tratamientos.

-¿La gran revolución de su especialidad han sido los tratamientos biológicos?

-Sin duda.

-En el año 2000, el doctor Arboleya y usted fueron pioneros en aplicar en Asturias, en Cabueñes, una terapia biológica que devolvió la movilidad a una enferma grave de artritis reumatoide. ¿Cómo siguen esos tratamientos en el área?

-En el hospital de día estamos haciendo al año más de 600 tratamientos intravenosos -serían unos trescientos pacientes los beneficiados-, y luego hay otro grupo importante de pacientes con tratamientos subcutáneos que se aplican en los domicilios. Si hablamos de que la gran revolución de los tratamientos reumatológicos fueron los biológicos es porque permitieron controlar y hasta frenar algunas enfermedades, disminuir los daños articulares, mejorar la calidad de vida y favorecer la reincorporación laboral de gente joven, en situación de plena capacidad. Muchos pacientes te cuentan que con los tratamientos biológicos les cambió la vida total. Hasta entonces disponíamos básicamente de corticoides, fármacos moduladores de la enfermedad -metrotrexato, sales de oro?- y muchas veces no era suficiente.

-Terapias que tienen un gran coste sanitario.

-Sí, sin duda.

-¿La población es consciente de lo que cuestan esos tratamientos biológicos?

-Yo creo que no.

-¿Cuánto influye, de cara a una prescripción, esa presión económica?

-Lo primero que hay que dejar claro es que no son tratamientos de uso general, hay que valorar riesgos y beneficios, y posibles efectos secundarios de los que no están exentos. El coste te lleva a preocuparte por seleccionar bien a los pacientes, pero igual que piensas en los riesgos-beneficios o esos efectos secundarios. Se valora todo.

-¿Por centrar mejor, cuánto cuestan esas terapias de las que habla?

-No sé si es bueno decirlo; digamos que son de alto coste económico. Eso puede suponer una media de 9.000 euros por tratamiento al año.

-¿Por qué no le gusta hablar de este tema?

-Creo que el paciente tiene que ser consciente de la buena sanidad que tiene, de la posibilidad de acceder a los servicios y a los tratamientos, pero hay que tener cuidado con no crear falsas expectativas y que no aumente la demanda injustificada de quienes creen que todos los casos son iguales y el mismo tratamiento puede ser idóneo para todo el mundo. En estos tratamientos hay que ponderar muchos factores, e insisto en que no todos son económicos.

-¿Qué novedades tiene la sección?

-Desde hace unos meses disponemos de ecografía del aparato locomotor para realizar de forma rápida, incluso en el mismo acto médico, esas pruebas diagnósticas. Para nosotros es importante, y la lectura de las pruebas las hacen dos de nuestros especialistas. Eso aporta mucha calidad a la sección. También tenemos una unidad de uveítis única en Asturias, en colaboración con los oftalmólogos, donde se diagnostican y tratan estos problemas. La uveítis es una inflamación de una parte del ojo. Muchas enfermedades reumáticas se manifiestan por primera vez, o durante el tratamiento, con afección ocular. Es una de las primeras causas de ceguera pero si se diagnostican y tratan bien se disminuye mucho la afectación, por eso decidimos crear la unidad con una abordaje conjunto de las dos especialidades, para mejorar la atención que se estaba prestando.

-La sección lleva ya seis años con las consultas en la Casa del Mar y la reforma de Cabueñes plantea la vuelta al Hospital. ¿Está de acuerdo?

-Totalmente, es algo imprescindible. Se necesita que la reumatología esté integrada en el Hospital. Facilita el poder comunicarse con compañeros de otras especialidades, ver a los pacientes? Son muchas ventajas que no tiene estar desplazado.

-Cabueñes está en un momento de relevo generacional. ¿Qué opina?

-Sí, es un cambio evidente. Por un lado se pierde la experiencia y por otro se gana la ilusión de la gente joven. Está claro que abre otras perspectivas.

-Como profesor de la Facultad de Enfermería que es, ¿qué supone que Cabueñes haya pasado a tener consideración de hospital universitario?

-Es un estímulo de formación para los profesionales, y supondrá un reconocimiento evidente para el Hospital.

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