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CARLOS GARCÍA-OCHOA | Urólogo, cofundador del Centro de Fertilización in Vitro de Asturias

"Nací en el lado claro de la Luna: creo que tengo que devolver algo a la sociedad"

"La reproducción asistida requiere vocación y dedicación; es una labor absorbente, no hay días de fiesta para los embriones ni para los óvulos"

homenaje de pajarita. LNE

Carlos García-Ochoa del Fresno, urólogo, andrólogo y cofundador del Centro de Fertilización in Vitro de Asturias, ha puesto fin a su etapa profesional después de 36 años intensos de investigación y puesta en marcha de múltiples técnicas de fertilización, que han colocado al equipo del Cefiva en lo más alto de la especialidad nacional y europea de la Reproducción Asistida.

García-Ochoa, natural de Gijón, estudió con los jesuitas y posteriormente se licenció en Medicina por la Universidad de Oviedo, especializándose después en Urología. Desde los 17 años comparte su vida con su esposa Dolores, a la que considera su "cómplice y guía"; la "heroína" de su vida que siempre está "en los momentos difíciles" y con la que tiene dos hijos, Juan y Miguel.

Lo suyo siempre fue el laboratorio y la investigación, siendo andrólogo desde 1986 y embriólogo sénior de la European Society of Human Reproduction and Embryology. En 1989 fundó con Pedro de la Fuente, Luis Castellanos, Nieves Alonso y José Carlos Lastra -ginecólogo, urólogo, bióloga y pionero de la ecografía en Asturias, respectivamente- el Cefiva.

Ahora, con su jubilación anticipada, Carlos García-Ochoa tendrá algo más de tiempo para dedicarse a varias patentes que tiene iniciadas relacionadas con su profesión y volver a la música con un pequeño grupo del que forma parte, todo ello sumado al golf, al famoso coche Morgan en el que le gusta viajar y a su familia.

-¿Cómo fueron los orígenes del Cefiva?

-Cada uno de nosotros ya nos dedicábamos, en nuestras clínicas, a los problemas de fertilidad y cuando nació la fecundación in vitro en España comprendimos que esto no se podía hacer de una forma individual, se necesitaba un equipo con biólogos, ginecólogos, andrólogos, anestesistas... Y por eso nos unimos y formamos Cefiva en 1989. Después la vida nos fue situando. Luis, Nieves y Lastra siguieron otros caminos y quedamos sólo Pedro, dedicado a la parte ginecológica, y yo, al laboratorio y al factor masculino.

-¿Cómo fue la evolución?

-Comenzamos con la fecundación in vitro y fuimos incorporando todas las técnicas que aparecían, como la microinyección espermática (ICSI), un gran hito que consiste en la introducción de un espermatozoide en el interior del citoplasma ovocitario. En Cefiva lo venimos desarrollando desde 1995, resolviendo multitud de casos de esterilidad masculina sin tener que ir al banco de semen y obteniendo hijos biológicos propios. Después otros avances fueron los tratamientos para pacientes parapléjicos, los que se habían hecho la vasectomía o los que tenían el virus del sida a través de un lavado, evitando la transmisión del virus. También avanzamos sacando una célula de un embrión para ver si estaba afectada por una enfermedad y así evitarlo. Muchas, muchas cosas que quizás no se puedan explicar aquí pero lo que siempre hicimos fue implantar, lo más rápido posible, las últimas técnicas y avances que se desarrollaban en cualquier parte del mundo. Cefiva siempre fue un equipo del máximo nivel en España. Ése fue el mayor éxito que tuvimos, el equipo. Ni Pedro ni yo nos creímos nunca nada, somos parte del equipo y ése es el mayor valor.

-¿Requiere mucha dedicación?

-La especialidad requiere tener mucha vocación y dedicación. Es un trabajo donde todos los días del año hay que ver el estado de los embriones, cómo crecen, cuándo hay que congelarlos o transferirlos. Es una labor muy abnegada, muy absorbente. No hay días de fiesta para los embriones o los óvulos.

-¿De qué se siente más orgulloso?

-Creo que de varias cosas, pero una de ellas es de haber ido a aprender cada una de las nuevas técnicas que fueron saliendo e implantarlas aquí de inmediato y no habérmelo creído nunca. La base de todo en la vida es ser humilde y todo lo que aprendí siempre lo trasmití a todo el que estuviera interesado, dentro del equipo o de los muchos que vinieron de afuera a Cefiva. Nunca me quedé con ninguna técnica para mí. Me siento muy orgulloso del equipo que formamos.

- ¿Qué otras cosas hace además de su dedicación a la reprodución asistida?

-Tal y como dije en el homenaje que me dieron, creo que nací en el lado claro de la Luna y por ello siempre pensé que tenía que devolver algo a la sociedad. Así, hace 23 años marché para la guerra de Bosnia con seis camiones llenos de medicamentos y alimentos. Creo que ese año tenía una crisis existencial y también me fui para Mozambique con el mismo objetivo, que hoy en día mantengo. Una afición que tengo desde niño es la práctica del golf, pero también me gusta mucho viajar con mi mujer en un coche Morgan de 1956, con el que nos perdemos por la carreteras secundarias de España. Tampoco puedo olvidar mi pasión por la aerostática, gracias a la que volé por el Ártico, el Kilimanjaro o la sabana africana. Me gusta viajar por sitios poco frecuentes y vivir la vida de una forma distinta e intensa.

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