La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De la calle al chigre

La declaración de los bolos como Bien de Interés Cultural Inmaterial puede iniciar otra edad dorada de un deporte que fue muy popular en el concejo

Fotografía histórica de un castro con los nueve bolos y el biche para jugar a la modalidad de cuatreada, en el recinto del Museo del Pueblo de Asturias. FOTOTECA DEL MUSEO DEL PUEBLO DE ASTURIAS

"Los bolos era el deporte más popular en Asturias hasta la llegada del fútbol". La frase es del, sin duda, mayor especialista en la historia multidisciplinar de los bolos en Asturias, el gijonés Gerardo Ruiz Alonso, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad de Granada y licenciado en Educación Física (INEF) por la Universidad Politécnica de Madrid. Su tesina fin de carrera (en 1979) trató sobre los bolos en Asturias, lo mismo que su tesis doctoral, una obra enciclopédica titulada "Los bolos en Asturias", publicada íntegra en el año 2000.

Un deporte que, como no podría ser de otra forma, se jugó y se juega en el concejo de Gijón bajo la modalidad de cuatreada, la "reina de los bolos asturianos", con las peñas Reculta y Magdalena como adalides. El pasado día 11 de octubre, tras veinte años de reivindicaciones, el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias aprobó declarar este deporte autóctono como Bien de Interés Cultural Inmaterial. Una medida que en el mundo de los bolos se ve como una oportunidad histórica para que la Administración regional se vuelque con una actividad lúdica de la que se tiene la primera noticia escrita en Asturias en 1495: una partida de bolos jugada en el Campo San Francisco de Oviedo.

"Los domingos y fiestas de guardar no faltaban quienes se llegaban a las boleras de las aldeas y villas asturianas para echar una partida, ya fuera al Pasabolos de las tierras del oeste del Navia, el Birle en los concejos orientales o a la Cuatreada de la zona central", relata el profesor Macrino Fernández Riera en su obra "Deporte y educación física en Asturias. De los inicios a la Guerra Civil", con la que ganó el XI Premio de Investigación "Rosario de Acuña".

Según las investigaciones de Gerardo Ruiz, Gaspar Melchor de Jovellanos ya habla de los bolos en Gijón "y en su Real Instituto de Náutica y Mineralogía había un patio específico para jugar a los bolos y a la pelota". "Normalmente quienes más jugaba era la gente de la calle; se jugaba en las calles y en los periódicos de la época podemos leer prohibiciones del Ayuntamiento para jugar a los bolos en el paseo del Muro y en el Fomento", explica Gerardo Ruiz, quien durante veintidós años fue preparador físico de la primera plantilla del Real Sporting y de equipos rojiblancos de categorías inferiores.

También jugaban a los bolos las clases pudientes, puesto que, en opinión de Gerardo Ruiz, "los bolos vienen, para mi gusto, a través del Camino de Santiago. Antes del siglo XIII no hay noticias de que se jugase a los bolos en España y las comunidades más impregnadas por los bolos son Cantabria y Asturias, por donde pasa el camino original, el de la costa, a Santiago de Compostela. Y también hay bolos en el País Vasco, sobre todo en Álava, y en Burgos, pero muy poco en Galicia", subraya.

La cuatreada, modalidad específicamente asturiana, se jugó y se juega en el centro de la región, "desde el Sella hasta Carreño, Avilés y Grado, de este a oeste, y por el sur las cuencas mineras; se juega en los concejos más poblados, y cuando uno piensa en el deporte tradicional de Asturias lo copa la cuatreada, que es el deporte por antonomasia de los asturianos: nueve bolos iguales y uno pequeño, que se llama biche, que te indica si tienes que tirar para el pulgar o para la mano", afirma Gerardo Ruiz.

La época dorada de los bolos, especialmente en Gijón, abarca, aproximadamente, desde 1930 hasta 1970. "En Gijón había más de un centenar de canchas para jugar a los bolos y a la llave", resalta Gerardo Ruiz, la mayoría en las zonas de ocio de los chigres, muchos de ellos de planta baja y terreno al aire libre para el ocio.

¿Por qué los chigres? Gerardo Ruiz lo tiene claro: "A principios del siglo XX los alcaldes sacaron bandos prohibiendo los bolos y la llave en la calle, y los chigreros fueron finos, rápidamente metieron dentro de sus locales los bolos y la llave, y así empezaron también a fundarse clubes en todo Gijón y en toda Asturias".

En el libro "Los bolos en Reculta. Historia de una bolera de Gijón", que en el año 2001 publicaron Miguel Ángel Benito Alonso y Carlos González Quintana, se dedica un capítulo a las boleras de Gijón, "la mayoría se hicieron a partir de los años 30 (...) Prácticamente todas estas boleras eran propias de los bares y en ellas se desarrollaban partidas de bolos de mayo a septiembre coincidiendo con el buen tiempo (...) Eran muy sencillas. No estaban cubiertas, no tenían canaletas para devolver las bolas y los materiales eran muy escasos (...) Una consecuencia de estas deficiencias era la suspensión de partidas en los días de lluvia, de mucho viento y otras inclemencias del tiempo".

En los años ochenta muchas de aquellas boleras de chigre desaparecieron, así como la gran afición a los bolos. Gerardo Ruiz enumera las causas, en su opinión: "Por la especulación del suelo, la televisión y el utilitario. Muchos chigres fueron derribados para levantar edificios de pisos, la gente salía menos de casa por la televisión o se marchaba fuera con el coche". No obstante, ahora ve un renacer de la afición. "Los bolos tienen buena salud, y lo fundamental es que empiezan a tener cantera".

Compartir el artículo

stats