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El Oceanográfico, en situación crítica por el bloqueo presupuestario

Los investigadores, mermados en plantilla, ven peligrar algunos de sus estudios punteros

Javier Cristobo y Pilar Ríos, ante algunas de las esponjas del Cañón de Avilés. JUAN PLAZA

El Instituto Oceanográfico de Gijón se encuentra en situación "crítica", y sus investigadores, "profundamente preocupados". Así lo denunció ayer el director del centro gijonés, Javier Cristobo, quien advierte que la actual prórroga presupuestaria a nivel estatal, que podría extenderse hasta 2019, amenaza con asfixiar su actividad.

El marco económico en el que se mueve el Oceanográfico, dependiente del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, viene determinado por "un decreto de Hacienda que nos impide iniciar la tramitación de ningún gasto o expediente, sólo aquellos que son inaplazables y urgentes como los de mantenimiento de los barcos o la luz y el gas", resume Cristobo. Una situación "de locos", asegura, porque "en la práctica estamos atados para gastar el dinero que nos ha sido concedido para los proyectos de investigación que tenemos en marcha, por los que hemos luchado para ser punteros; si no lo gastamos, nos vemos obligados a justificar por qué no lo hemos hecho", lamenta. Ese círculo vicioso se completa con otros escollos como los de la intervención previa, "un engorro de trámites que nos impide ejecutar el presupuesto del que disponemos".

La lista de quejas del Oceanográfico se alarga y se atasca en la burocracia para muchas otras cosas de vital importancia, como la formalización de contratos a sus investigadores. "El papeleo y la tramitación crecientes en los últimos años hace que, de media, tardemos en poder contratar a la gente más de un año, aún cuando disponemos del dinero necesario para hacerlo. Esto lo cuentas en otros países europeos y no se lo creen; es descorazonador", recalca Javier Cristobo antes de recordar que "tampoco podemos tener ya ni becarios, que son la savia nueva de la investigación, que aportan energía y nuevas ideas en nuestros centros".

Reducción de personal

De hecho, el personal del centro gijonés se ha visto drásticamente reducido en los últimos años. Desde su puesta en funcionamiento en el barrio de La Calzada en el año 2001 la plantilla se ha reducido casi a la mitad. "Empezamos siendo cincuenta y ahora somos apenas treinta para realizar el mismo trabajo que veníamos haciendo", asegura el director. "Estamos viviendo una descapitalización creciente de investigadores y es una lástima", afirma Cristobo, porque "somos un centro que trabaja muy bien y nos estamos quedando sin gente".

A todo ello se suma que "el presupuesto para investigación se ha ido reduciendo de forma creciente", lo que hace complicado poder poner en marcha nuevos proyectos. "Tenemos que ser muy competitivos porque nos enfrentamos a convocatorias internacionales y estamos obligados a tener un buen proyecto, algo que sin poder gastar el dinero que nos corresponde es cada vez más difícil", explica Cristobo antes de afirmar que "estamos muy preocupados porque no sabemos cómo afrontaremos el año".

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