Han pasado 8 años desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los ataques se dividieron en una serie de atentados suicidas contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono de los Estados Unidos. Los terroristas de Al-Qaeda secuestraron cuatro aviones de pasajeros en pleno vuelo y los estrellaron contra los edificios citados.

Los dos primeros aparatos se empotraron contra las torres del World Trade Center neoyorquino, con poco más de 15 minutos de diferencia entre uno y otro impacto, mientras el mundo entero asistía atónito a lo que estaba sucediendo. Las victimas parecían incontables: cientos de personas se encontraban en el interior de las torres y a ellas había que sumar los pasajeros y secuestradores que viajaban en los aviones.

Finalmente, aparte de los 19 secuestradores en los ataques, murieron al menos 2.973 personas. 2.602 de las mismas perecieron en el interior de las Torres Gemelas y a sus pies y 125 dentro del Pentágono. De los muertos, 343 eran bomberos de Nueva York y 60 efectivos de la Policía de la ciudad. Hoy en día, 24 personas continúan desaparecidas como consecuencia de los ataques.

Los atentados extendieron la confusión en todos los Estados Unidos y en el mundo entero. A lo largo del día se sucedieron todo tipo de informaciones y noticias contradictorias sobre la autoría de los hechos y sus posibles consecuencias. Se creó una situación de temor y se dio inicio a la denominada 'Guerra contra el terrorismo' con el objetivo de detener a Osama Bin Laden, responsable de los ataques.

Las consecuencias

El FBI tardó apenas 72 horas en identificar a los responsables de los ataques. Las investigaciones realizadas, concluyeron que la organización terrorista Al-Qaeda era la artífice de los atentados. Tras diferentes negaciones de su relación con los atentados, Bin Laden, líder de esta organización islamista, en un comunicado por vídeo, reconoció públicamente su responsabilidad en los atentados y admitió asimismo su implicación directa en los ataques. Esto fue en noviembre de 2004, pero tres años antes, un mes después del desastre, Estados Unidos ya había lanzado, con la colaboración internacional, una ofensiva militar en Afganistán, justificando que el gobierno afgano había apoyado a fuerzas de Al-Qaeda. El 13 de noviembre de 2001, Kabul fue tomada y el gobierno quedó en manos de la OTAN y la Alianza del Norte para combatir así a los talibanes. Desde entonces Al-Qaeda y el mundo talibán se han reorganizado como guerrilla insurgente. Ocho años después, Bin Laden sigue sin ser capturado.

La ofensiva contra el terrorismo continuó el 20 de marzo de 2003 cuando Estados Unidos invadió Irak, con la colaboración del Reino Unido, Italia y España, entre otros países, justificando que el gobierno iraquí tenía en su poder armas de destrucción masiva ocultas. La guerra concluyó, con cientos de muertos, y provocó el derrocamiento del gobierno de Saddam Hussein el 9 de abril de 2003. Con el país bajo control, Estados Unidos no ha podido demostrar todavía la existencia de dichas armas de destrucción masiva. Posteriormente, el gobierno norteamericano arguyó que el verdadero motivo de la invasión había sido la existencia de informaciones por parte de los servicios de inteligencia, de que Saddam Hussein mantenía relaciones secretas con la red de Al-Qaeda. En Irak la insurgencia también se ha activado contra los objetivos militares, y según el Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), los fallecidos como consecuencia de este ataque superan ya a los muertos en los atentados del 11-S.

Otros atentados

Los atentados del 11-M en Madrid consistieron en una serie de ataques terroristas contra cuatro trenes de la red de Cercanías de la capital madrileña. Fueron diez explosiones simultáneas a primera hora de la mañana y causaron la muerte de 191 personas, y heridas a otras 1.858. La sentencia de la que se hizo cargo la Audiencia Nacional atribuyó la autoría de los hechos, del que es el mayor acto terrorista cometido en territorio europeo, a miembros de células o grupos terroristas de tipo yihadista.

El 7 de julio de 2005, tuvieron lugar cuatro explosiones que colapsaron el transporte público londinense en plena hora punta. Explotaron tres bombas con una diferencia de 50 segundos entre sí en tres vagones del metro de Londres, así como una cuarta bomba en un autobús en la céntrica Plaza Tavistock. 57 personas perdieron la vida como consecuencia de estos ataques, incluidos los cuatro presuntos terroristas de Al-Qaeda, tras asumir ésta su autoría de los hechos.