Oviedo, Luis MUÑIZ

El líder de los liberales demócrata británicos, Nick Clegg, obtuvo ayer el respaldo de los otros 56 diputados de su grupo parlamentario para seguir negociando con los conservadores la formación de un Gobierno que presidiría el «tory» David Cameron. Delegaciones de ambas formaciones se reunirán hoy para intentar fraguar un acuerdo que, en todo caso, no se espera antes de mañana, por más que Cameron, como ganador en minoría de los comicios del jueves (306 asientos, con el 36,1% de los votos), tenga prisa por cerrarlo.

Antes de reunirse con los diputados de su grupo Clegg dijo dos cosas: que afrontaba la negociación con Cameron con «espíritu constructivo» y que, para pactar con los «tories», se «guiará» por las prioridades del programa de su partido; a saber: reforma de la fiscalidad, reforma educativa, medidas contra la crisis económica y, sobre todo, una «fundamental», la reforma del sistema electoral.

Por si se le había olvidado, un millar de personas se lo recordó luego, a las puertas del edificio donde se hallaba reunido con el resto de los diputados que el jueves obtuvo el Partido Liberal Demócrata (57, con el 23 por ciento de los votos, un exiguo resultado si se lo compara con el de los laboristas: 258 asientos, con el 29% de los sufragios).

Los manifestantes exhibían pancartas con lemas como «¡Voto justo ya!» o «Sé valiente», y a Clegg no le quedó otra alternativa que salir y dirigirles unas palabras, megáfono en mano. El líder de los «lib dem» consideró «algo totalmente fabuloso» ver a tantas personas reunidas «protestando por la reforma del sistema político». Clegg añadió que su partido aprovechará «esta oportunidad» para tratar de alcanzar un nuevo sistema «tras las políticas desacreditadas del pasado». No en vano, recordó, esta reforma fue «una de las razones» por las que decidió entrar en política, informa «Efe».

Posteriormente, un destacado dirigente liberal demócrata, David Laws, insistió en que la formación «pondrá el interés nacional por delante del interés de partido», según informaciones de la BBC.

Así las cosas, la reforma electoral se presenta como la clave y, a la vez, el principal escollo de las negociaciones entre liberales y conservadores; de hecho, podría hacerlas fracasar, ya que Cameron no está por la labor, y obligar a Clegg a echarse en brazos de Gordon Brown, que ha tentado a los «lib dem» con la posibilidad de convocar un referéndum sobre la polémica cuestión.

El clima, con todo, no parece que favorezca un acercamiento entre Brown y Clegg, a quien, según la cadena pública británica, el aún primer ministro en ejercicio «gritó» el viernes por la noche por teléfono después de que el liberal demócrata le sugiriera la posibilidad de dimitir. Fuentes de ambos partidos desmintieron ayer que tal cosa ocurriera, pero un diputado laborista, John Mann, pidió a Brown que renuncie al cargo para facilitar una alianza con los liberales demócratas.