La VI Cumbre de las Américas concluyó hoy en Cartagena de Indias sin una declaración conjunta ni los resultados tangibles que buscaba la anfitriona Colombia, y con las polémicas sobre Cuba y Malvinas como asuntos predominantes.

Las divergencias sobre esos dos asuntos ensombrecieron la cita continental, que como había ocurrido en las anteriores de Mar del Plata (2005) y Puerto España (2009) no fue capaz de redactar una declaración final que dejara contentos a todos.

La gran "piedra en el zapato" fue la oposición de Estados Unidos y Canadá a que Cuba sea invitada a participar en estas cumbres, que auspicia Washington desde 1994, pese al deseo generalizado de los países de América Latina.

Otro asunto que levantó ampollas en Cartagena fue el contencioso de Argentina con el Reino Unido en relación a las islas Malvinas, un asunto sobre el que Obama se declaró "neutral" cuando casi todos los países de América Latina lo consideraron un caso de "colonización" que persiste en la región.

Santos admitió que la presidenta argentina, Cristina Fernández, le reclamó por no haber hecho mención a la cuestión en el discurso con que inauguró la cumbre, pese a que sí citó el caso de Cuba y de las diferencias que hay sobre el combate al narcotráfico.

"Te olvidaste de Malvinas", dijo Santos que le espetó Fernández, quien hoy abandonó Cartagena antes del inicio de la segunda plenaria de mandatarios, aunque según el presidente colombiano no lo hizo enfadada, sino porque tenía "problemas" que atender en Argentina.

Como únicos frutos de la cumbre quedaron tres comunicados: uno, a instancias de Brasil y Argentina, de apoyo a la conferencia Río+20; otro de México sobre la delincuencia organizada trasnacional y otro de Colombia referido a un foro de competitividad regional.

También se emitió un mandato concreto a la OEA para que analice un replanteamiento de la lucha contra el narcotráfico en busca de una mayor eficacia, tras 40 años de guerra frontal sin mayor éxito.

Asimismo, la cumbre emitió otros 47 mandatos dirigidos a los propios presidentes, sin propuestas concretas y la mayoría referidos a pobreza y desigualdad, uno de los mayores flagelos del continente, donde habitan 177 millones de pobres.

Según coincidieron desde el anfitrión Santos hasta el presidente de México, Felipe Calderón, y el canciller venezolano, Nicolás Maduro, la cumbre pasó lejos de ser un "fracaso", sobre todo porque permitió discutir con "sinceridad" y "transparencia" los asuntos que separan a Estados Unidos y América Latina.