La Cámara de Diputados de Brasil inició ayer la primera de las tres sesiones en las que se decidirá si el proceso para abrir un juicio político y destituir a la presidenta, Dilma Rousseff, llega al Senado, que tendrá la palabra final sobre el caso.

La sesión comenzó en medio del alborozo de los diputados de la oposición, que saludaron la apertura del debate al grito de "viva la democracia", "tchau, querida" y otras consignas en favor del "impeachment".

Los debates en la Cámara baja se prolongarán hasta mañana, cuando se votará si el proceso debe llegar al Senado, que, caso de darle curso, separará a Rousseff del poder durante 180 días. En esos tres meses, la Cámara alta realizará el juicio político.

Según sondeos realizados por los diarios "O Estado de S. Paulo" y "O Globo", la cifra de diputados que está a favor del "impeachment" llegó el jueves el mínimo necesario (342) para que el proceso siga su curso y pase al Senado.

De acuerdo con el sondeo del primero de estos dos medios, 342 diputados dijeron que votarían a favor de la impugnación, frente a los 326 del miércoles. Los legisladores de la Cámara baja que se oponen al procedimiento suman 128, mientras que 15 dijeron estar indecisos y 28 no respondieron.

Según "O Globo", 342 diputados aprobarían el juicio político contra la mandataria, 118 se opondrían y 53 no opinaron.

Antes de que ayer comenzaran los tres días de debate en la Cámara baja, el Supremo brasileño rechazó por ocho votos contra dos una demanda presentada por el Gobierno de Rousseff para declarar nula una parte del proceso y paralizarlo. Era el último cartucho legal que le quedaba a la mandataria, a la que se acusa de maquillar la cuenta de resultados del país en 2014 y 2015, modificar presupuestos mediante decretos y acumular deudas y contratar créditos con la banca pública.

De hecho, en la primera de las tres sesiones previas a la decisiva votación del domingo, el jurista Miguel Reale Júnior, uno de los firmantes de la solicitud de destitución de la presidenta brasileña afirmó que las "maniobras fiscales ilegales" que provocaron la acusación "destruyeron la economía del país".

"Hubo un golpe en Brasil, sí", declaró el jurista en alusión a la calificación que la propia presidenta le da al proceso, pero indicó que "el golpe fue enmascarar la situación fiscal del país hasta llegar al punto de quiebra en que se encuentra hoy".

El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza política del país, reiteró su posición favorable a la destitución de la presidenta y aseguró que el vicepresidente, Michel Temer, "es la esperanza" para poner fin a la crisis que atraviesa el país.

Con 68 de los 513 diputados, esta formación es la primera minoría en la Cámara baja, y si Rousseff es destituida, su cargo sería ocupado por Temer, primero en la línea sucesoria y presidente del PMDB, que hace tres semanas rompió con el Gobierno.

El diputado Paulo Abi-Ackel, uno de los que intervino en nombre del PSDB, resumió así la situación: el Gobierno de Dilma Rousseff "se autodestruyó".