El suicidio de una empleada de 24 años que no podía soportar sus largas jornadas laborales ha reabierto en Japón el debate en torno al "karoshi" o muerte por exceso de trabajo. Un lacra que el país no consigue dejar atrás.

Matsuri Takahashi entró a trabajar en el gigante de la publicidad Dentsu en abril de 2015, tras graduarse en la prestigiosa Universidad de Tokio. Siete meses después, el día de Navidad, se suicidó saltando por el balcón de un edificio de su compañía.

La joven, que fue contratada en el departamento de anuncios online tras un periodo de prueba, dejó constancia de las duras condiciones de trabajo en su cuenta de Twitter, donde detallaba jornadas de hasta 20 horas diarias.

"Otra vez, tengo que trabajar el sábado y domingo. Sinceramente, me quiero morir" o "Mi cuerpo y mente están totalmente destrozados", son algunos de los mensajes que la joven tuiteó días antes de acabar con su vida.

Una inspección de trabajo ha certificado que llegó a trabajar 105 horas extras el mes anterior a su muerte.

Su madre, Yukimi Takahashi, asegura además que su hija fue acosada por sus superiores, uno de los cuales le reprochaba su falta de feminidad por no peinarse y el que tuviera los ojos rojos por la falta de sueño.

Las autoridades establecieron a principios de mes que se trataba de un caso claro de "karoshi", el término japonés para la muerte derivada del exceso de trabajo que afecta sobre todo a hombres entre los 30 y los 40 años en puestos de dirección.

No era la primera vez que un problema de este tipo ponía en evidencia a la poderosa Dentsu y tampoco la última. Días más tarde se estableció que la muerte en 2013 de otro trabajador de 30 años de la misma compañía se debió también al exceso de trabajo.

La sede la agencia de publicidad fue registrada el 14 de octubre y ahora será la justicia la que decida si estas prácticas era generalizadas.

"Es extremadamente inaceptable que una empleado duerma dos horas al día por exceso de trabajo como parece que ocurrió. Pero por desgracia es una práctica que se puede considerar demasiado habitual en las empresas japonesas", explica a Efe Syozo Yamada, profesor de derecho laboral del la Universidad de Chuo de Tokio.

Casi el 23 por ciento de las corporaciones niponas reconocen que sus empleados pueden llegar a trabajar más de 80 horas extras al mes, según un informe sobre los casos de "karoshi" publicado a principios de octubre por el Gobierno.

El documento señala además que de los 24.000 suicidios registrados en Japón el año pasado, 2.159 estaban relacionados con problemas laborales como el cansancio o el acoso.

"Tradicionalmente en Japón el trabajo no se ha entendido como una carga si no como una virtud. Además todavía existe la idea de que la lealtad a la empresa es la total dedicación al trabajo, fuera de horario e incluso los fines de semana", explica Yamada.

En la tercera economía mundial se consume de media solo el 40 por ciento de las vacaciones pagadas y cuando un trabajador toma días libres, es costumbre pedir disculpas a sus compañeros.

Al mismo tiempo, el sistema de horas extras de Japón es de los más baratos del mundo - un 25 por ciento sobre la jornada normal- por lo que se tiende a abusar de ellas en vez de contratar nuevos empleados.

Para este experto es importante cambiar la mentalidad de los jefes y los empresarios, ya que la mayoría no son conscientes de que el "karoshi" es un problema que puede darse en sus oficinas y fábricas y de que uno de sus empleados podría ser el siguiente en suicidarse.

El Gobierno, ante la gravedad de la situación, aprobó el año pasado una ley para frenar la epidemia del exceso de trabajo, que apunta sobre todo a la necesidad de limitar las horas extras legales.

"Se trata de una ley que reconoce que existe el fenómeno y habla de la responsabilidad por parte de las autoridades, aunque no establece medidas concretas como limitar claramente o encarecer las horas extras, lo que la hace muy poco efectiva", considera Yamada.