Las encuestas de los últimos días no se equivocaron sobre la voluntad de los cuatro millones de franceses que ayer se acercaron a las urnas en la primera vuelta de las primarias del centro y la derecha. Superado el 70% de escrutinio, François Fillon, ex primer ministro del presidente Nicolas Sarkozy entre 2007 y 2012, se alzó con un 43,7% de los sufragios, seguido del ex primer ministro con Chirac Alain Juppé (27,8%) y del propio Sarkozy, relegado al tercer lugar (21,7%), quien reconoció su derrota, que es el fin de su carrera política.

La importancia de las primarias, que se dirimirán entre Fillon y Juppé en la segunda vuelta del próximo domingo, es que, si las previsiones no fallan, el candidato de la derecha será uno de los dos políticos que disputen la segunda vuelta de las presidenciales el próximo mayo. El otro nombre, siempre según las encuestas, será el de la presidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen. Fillon o Juppé serán, pues, los encargados de cerrar el paso a los ultras al palacio del Elíseo.

Para ello, quien gane las primarias de Los Republicanos tendrá que contar con el concurso de millones de electores de izquierdas, que, "con la pinza en la nariz", le concedan su voto para evitar el triunfo de Le Pen.

Ese precisamente era el punto más flojo del descabalgado Sarkozy, ya que el porcentaje de franceses dispuestos a "ponerse la pinza" era mucho menor en el caso de que él fuese el finalista que en el de que lo fuera uno de sus otros dos rivales.