Fidel Castro Ruz cumplió ayer un viejo sueño de su padre, Fidel Castro Argiz: volver a la «terriña». El comandante vivió en Lugo, y particularmente en el pequeño «concello» de Láncara (apenas tres mil vecinos), a 30 kilómetros de la capital lucense, un día inolvidable. No en balde, estaba en casa. Fue la segunda y última jornada de su estanciá en Gálicia.

El propio Castro, que tras un breve paseo por las murallas de Lugo, acudió a Puebla de San Julián, la capital de Lancara, a recoger el titulo de «hijo adoptiyo», se encargo de recordarlo: "¿Cuántas veces oí en mi casa la idea de visitar este lugar?". Transcurrieron 60 años y mi padre no

pudo hacerlo. «No hay honor más grande que el nombramiento de "hijo adoptivo" de este pueblo».

Hacía un sol de justicia y en San Julián eran más periodistas que vecinos los que esperaban. Carteles del Che junto a la tribuna y un Guardia Civil cada kilómetro, en un despliegue policial que pese a todo fue flexible. Láncara, como muchos municipios asturianos, vive de la ganadería de leche. Está en el corazón de Lugo. A muchos pueblos no llega el agua y la luz es insuficiente. Además de San Julián, Láncara y Arema, pequeños núcleos rurales cercanos, vivieron el día más importante de su anonima historia. En Armea esperaban al lider cubano dos primas: Victoria, que rehabilito una casa en la localidad después de sus años de emigración en Suiza, y Estelita, que vive en Sarria y prestó la "carballeira" para la romería brindada al líder cubano. Fidél, entró en sus casas y en la de su tía Juana.

«Ahorita Va»

El alcalde de Láncara, el contructor Eladio Capón, del PSOE, entregó el título de «hijo adoptivo» a Castro. Fraga recordó la intensa sequía que azota a Cuba, de hecho él nació en la isla, similar a la de los Castro. Casi enmudeciendo por la emoción, trazó una poética semblanza de carácter gallego y reclamó un futuro para Cuba en el que quepa la reconciliación entre sus habitantes. Al final, lloró.

«Ahorita va». Fidel, de uniforme verde oliva, improvisó: "¿Hijo "adoptivo" nada rnás?, me siento como uno de este concejo. Nuestro pueblo vive una etapa heroica. Quieren matarnos de hambre, pero en nuestra lucha nos comportamos como hijos de Galicia. Vivimos un momento difícil, las dificultades también se hicieron para los gallegos. Ustedes nunca se avergonzarán de nosotros, siempre tendrán allí dignos descendientes". Los campos estaban agostados por la intensa sequía que azota Galicia interior. El mismo calor ponían los presentes en seguir los sones cubanos que pusieron fin a la sesión. Por cierto, las mulatas venían de los Oscos, donde acababan de actuar. Fidel se dejó estrechar. Recibió un baño de masas de la Galicia popular.