Los 23 diplomáticos rusos sobre los que pesaba una orden de expulsión abandonaron ayer el Reino Unido, en el marco de las medidas adoptadas por Theresa May como represalia por el ataque con el agente nervioso "novichok" contra el exespía Serguei Skripal y su hija, Yulia, en la ciudad de Salisbury, del que Londres culpa directamente al presidente Vladimir Putin. Legisladores conservadores presionaban ayer a la primera ministra "tory" para que apruebe sanciones contra Rusia por el caso del envenenamiento de los Skripal.