Al arrancar el coche hay que evitar mantener el motor acelerado e iniciar la marcha de forma inmediata. El momento adecuado para realizar los cambios de marcha está en torno a las 2.000 rpm en los motores de gasolina y a 1.500 rpm en los diésel. Mantener una velocidad constante y evitar acelerones y frenazos. Conducir en marchas largas. Mantener la presión correcta de los neumáticos. No cargar el vehículo de forma innecesaria: por cada 100 kilos de peso adicional se consume un 5% más de carburante.