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La trayectoria de la emblemática sociedad en la comarca

Duro apaga la fragua en Langreo

Extrabajadores rememoran la época dorada de la compañía, un gigante que pone fin a 156 años de actividad industrial en el concejo con el cierre de los talleres de Barros y La Felguera

Al pie de pedro duro. Armando Braña, Anselmo Nicieza y Víctor Puerta -de izquierda a derecha- se reunieron en La Felguera, junto a la estatua dedicada a Pedro Duro, para recordar su paso por la compañía. FERNANDO GEIJO

Anselmo Nicieza bebe un sorbo de café con leche mientras escruta desde la terraza del bar los recovecos de la calle Julián Duro de La Felguera. Su mirada parece viajar en el tiempo, hasta mediados del siglo pasado, cuando esa misma calle -ahora coquetamente pavimentada y con esculturas de diseño- estaba jalonada de chigres que veían pasar cada día a cientos de obreros que iban y venían de la fábrica de Duro. "Eran auténticas riadas de gente. Algo impresionante", relata Nicieza, arrancando el asentimiento de Armando Braña y Víctor Puerta, también extrabajadores de Duro y testigos de la época dorada de la compañía, cuando desde Langreo dominaba el mercado siderúrgico español junto a Altos Hornos de Vizcaya.

Los tiempos han cambiado y aquel gigante siderúrgico y minero, que primero reorientó su actividad hacia los bienes de equipo, es hoy una compañía con presencia en todo el mundo especializada en proyectos llave en mano y en la ingeniería, construcción, montaje y mantenimiento de plantas. Langreo ha sufrido el peaje de esa metamorfosis. El esplendor industrial de antaño se ha ido reduciendo a la mínima expresión de forma paulatina, hasta materializarse en el cierre del taller de Barros y el traslado de Felguera Melt a Mieres. En el concejo sólo quedará una decena de empleados adscritos al área de Patrimonio y Archivo y la central de viajes.

Armando Braña, originario de Lada y de 70 años, entró en la empresa como auxiliar administrativo de las oficinas centrales en 1964 y formó parte de aquella marea humana que desfilaba cada día por la calle Julián Duro hacía la factoría levantada a mediados del siglo XIX por Pedro Duro, transformada en la actualidad en la ciudad tecnológica de Valnalón. "El día que empecé estaba acojonau. Había pasillos enormes y mesas de oficina tan grandes en las que se podría haber jugado al ping-pong, Duro era una universidad, en unos pocos años aprendías muchísimo y también había oposiciones de promoción interna", relata Braña, que se jubiló como jefe de Comercio Internacional.

Para este antiguo trabajador, una de las claves del éxito de la compañía era la íntima identificación entre los empleados y la empresa. "Conocíamos la fábrica porque era lo que habíamos mamado en casa desde guajes. Para los empleados el puesto de trabajo en Duro era como si fuera su propio negocio y cuidaban mucho por ello", apunta Braña, para añadir a continuación: "Se contaba que alguna vez, cuando la gente acudía a pedir trabajo, personal de Duro dejaba tornillos por el camino. El que se preocupaba por recogerlos y devolverlos, tenía el puesto asegurado".

El felguerino Anselmo Nicieza también opina que Duro "era como algo nuestro. Era nuestra fábrica; la gente estaba muy implicada con la empresa". Nicieza, que tiene 75 años, empezó a trabajar en la compañía en 1952. Comenzó "desde abajo, como otros muchos", como aprendiz y se jubiló como ayudante de ingeniero en las oficinas centrales. Su trayectoria arrancó en los Talleres del Conde y estuvo 21 años en montaje, en los que pasó por Sestao, Avilés, La Coruña, Valladolid y Marruecos. "De cuando empecé en Talleres del Conde recuerdo el ruido que había y la maquinaria que teníamos. Eso ha sido una constante siempre en la empresa, había equipos muy buenos. Era una época en la que éramos 25.000 en la compañía. Para mí, entrar fue fabuloso".

El año 1952 también fue el de la incorporación a Duro de Víctor Puerta, vecino de La Felguera y de 78 años. Fue pinche, fresador, técnico de organización y administrativo. Estuvo en la vieja factoría y en el taller de Barros. "Trabajar en Duro fue el no va más; fueron años muy felices", rememora Puerta, que alude a la pujanza de la compañía por aquella época. "Venía mucha gente del Sur porque había mucho trabajo. Incluso había un directivo que cada cierto tiempo viajaba por España para contratar empleados porque la demanda de personal era alta y llegaban camiones cargados de gente; era algo impresionante".

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