Cuentan los vecinos de Obona que el nombre de su pueblo viene de la exclamación realizada por los monjes a su llegada al valle, sorprendidos por las buenas tierras que allí se encontraron. También hay referencias que lo unen con la etimología de "agua buena", y que lleva a pensar en la existencia de la fuente del Matoxo, hoy en día desaparecida, cuyas aguas fueron famosas gracias al ensayista y polígrafo Fray Benito Jerónimo Feijoo, que pasaba temporadas en el monasterio de Santa María la Real de Obona.
De ese pasado eclesiástico y de centro cultural en Obona tan sólo queda la edificación del monasterio y la iglesia, que luchan por mantenerse en pie, además de numerosas historias y leyendas que perviven pasando de generación en generación, y que funcionan como atractivo para visitantes y peregrinos del Camino de Santiago.
El pueblo se mantiene con unos sesenta habitantes, entre los que se pueden contar hasta seis niños y una vecina centenaria, Pilar Francos, que celebró su 100 aniversario el pasado mes de abril.
La ganadería siempre fue el principal sustento en Obona, que además cuenta con dos bares.