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JOSEP PÀMIES | Agricultor catalán y uno de los impulsores de la asociación "Dulce Revolución"

"Los medicamentos no curan la enfermedad, la cronifican; curar no es negocio"

"Hay que recuperar la buena comida de proximidad, las tiendas en las que una persona responde de la calidad"

Josep Pàmies, en la plaza del Ayuntamiento de Vegadeo. TANIA CASCUDO

El agricultor y activista catalán Josep Pàmies llenó anteayer la Casa de Cultura de Vegadeo con su mensaje en defensa de la agricultura ecológica y del poder curativo de las plantas. Desde hace ocho años lidera un colectivo denominado "Dulce revolución", cuyo símbolo es la estevia rebaudiana, una planta de consumo no autorizado pese, dicen sus defensores, a sus importantes propiedades curativas. Pàmies, que se confiesa incapaz de callarse ante una injusticia, levanta tantas pasiones como críticas, pero asegura que no le molestan y su única pretensión es despertar un espíritu crítico en la ciudadanía para que sea consciente de lo que consume y de sus consecuencias.

-¿Por qué un agricultor jubilado deja su casa de Lleida para recorrer media España hablando de plantas y salud?

-Intentamos volver a recuperar la salud perdida de tantos miles y millones de personas en base a la alimentación y a recuperar el conocimiento de plantas que nos puede llevar a curar enfermedades. Los medicamentos actuales no curan ninguna enfermedad, lo que se intenta es que se cronifiquen. Curar no es negocio. El desconocimiento de las plantas nos ha llevado a dramas como el incremento de diabetes, cánceres, colesteroles? si hay plantas que pueden curar eso, ¿por qué la medicina no puede hacerlo también?

-¿Y por qué cree que los médicos no apuestan por las plantas?

-Primero porque lo desconocen, en las universidades no se estudian las plantas medicinales, sino medicamentos patentados. Muchos médicos están saliendo ahora del armario y dicen que quieren aprender. Con la base que tienen, que es extraordinaria, cuando les metes ese poco de conocimiento que tenemos nosotros pueden ser grandes profesionales de la medicina. Ahora lo son, pero sólo con la parte que han aprendido. El juramento hipocrático dice que tu alimento sea tu medicamento, pero en cambio no se enseña ni una hora de nutrición en la universidad y se enseña a tratar a enfermos con medicamentos que hacen daño. Los efectos secundarios de los medicamentos ya constituyen la tercera causa de muerte en Europa. Esto es muy grave, pero detrás está la mafia organizada. La industria farmacéutica es la que gobierna el mundo. Que hagan negocio en evitar la curación es un delito y alguien tendrá que responder por ello en un futuro, espero que sea pronto, para evitar más muertes y sufrimiento.

-¿Qué espera lograr?

-Que la gente sea autosuficiente. No hay que quejarse tanto de lo malos que son los de arriba, sino que hay que volver a estudiar, a reconocer plantas, a alimentarte de proximidad. En definitiva, buscar la salud por tu cuenta, porque la salud es responsabilidad de cada individuo, no del gobierno.

-¿Qué podemos hacer en el día a día?

-Comer muchas verduras, que primen por encima de lo demás. Un poco de pescado y, si quieres carne, que sea ecológica. Es así de sencillo. Podemos vivir sin ir al supermercado. No se trata de prohibirlos, sino de no ir a comprar, y así volverán a surgir las tiendas de barrio, las carnicerías donde el carnicero compra una buena carne y te responde con su persona de que es así. En los grandes supermercados eso está deshumanizado y vete a saber de dónde vienen los alimentos. Hay tanto que hacer desde el propio individuo que no hay que esperar a que lo haga el gobierno. Hay que incitar a la sociedad a que recupere la buena comida de proximidad y el reconocimiento de plantas que nos pueden salvar de cualquier cosa. Nosotros, en "Dulce Revolución" hemos integrado plantas de fuera como la estevia, que cura la diabetes.

-Precisamente conocer la estevia cambió su visión, ¿no?

-¿Cómo puede ser que esté prohibida hoy y el alcohol o el tabaco, que matan, sean legales? La estevia es una bendición y me abrió los ojos, pero hay tantas otras plantas... La memoria genética se pierde cuando perdemos el contacto con la naturaleza, y aquí hemos perdido mucha porque hemos sido urbanitas siendo rurales. Recuperarla es a base de libros, de charlas, de recuperar conocimientos.

-¿Hay que perder el miedo?

-Tenemos que tener respeto porque hemos perdido la memoria genética, pero antes de morder una planta estúdiala. ¿La gente no va a por setas? Pues esto es igual. La "Dulce Revolución" divulga unas veinte o treinta plantas básicas que son muy comunes y con ellas hacemos la revolución. No hay que tenerles miedo, son alimento y medicamento.

-¿Qué le parece la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el factor cancerígeno de la carne procesada?

-Hace veinte años que se dice que la carne roja, sobre todo la industrial, es muy tóxica. De la carne hay que hacer un uso prudente, pero un uso de calidad igual que de la leche. No sabemos por qué la OMS se carga la carne roja en su totalidad y no sólo la industrial. Debería de decir que una buena carne y una buena leche con prudencia es un buen alimento.

-Le acusan de charlatán y pseudomédico. ¿Por qué genera tantas críticas?

-Porque nos metemos en cada conflicto alimentario o médico que salta a la luz. Como las vacunas, cuidado con ellas. Las hay prácticamente imprescindibles pero otras no; en cambio nos las imponen, como la del papiloma, la gripe o la varicela, que son peligrosas y casi nada efectivas. Cuando opinamos es porque detrás hay o experiencia propia o muchas horas de investigación. Hablamos de lo que creemos que es cierto y los ataques no nos afectan.

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