La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Editorial

Un nuevo Hospital a la puerta con la sanidad en un momento crítico

A mediados de enero, según las últimas previsiones, arranca de manera gradual, con la puesta en marcha de radioterapia, el nuevo Hospital Universitario Central (HUCA) en La Cadellada (Oviedo), veintiséis años después de que fuera propuesta su construcción. Si se suman obra civil, equipamiento, informática y urbanización del entorno, la inversión rondará los quinientos millones de euros, la cuarta más importante de Asturias tras la variante de Pajares, la Autovía del Cantábrico y El Musel. Un lujo para los tiempos de austeridad y penurias que tocan y razón suficiente, por lo que van a desembolsar los asturianos, para evitar que el traslado quede en un mero cambio estético de edificio.

El HUCA aparece como una oportunidad irrepetible en este siglo para acometer una reforma organizativa que optimice la asistencia hospitalaria y para transformar también la sanidad pública regional. Su efecto arrastre es inmenso, no en balde sostenerlo consume un tercio del presupuesto sanitario. La hora de afrontar el reto llega con el sector en estado crítico, en lo económico y por el clima interno. La desmotivación de la plantilla, la indefinición sobre el tipo de hospital que se quiere para Asturias y la falta de liderazgo para conseguirlo comprometen ese salto cualitativo.

Los recortes salariales y la ampliación de la jornada han influido negativamente. El Hospital sufrió una dura huelga médica de tres meses cuyos efectos siguen notándose en el deterioro de las relaciones laborales. La supresión de las horas extraordinarias, las famosas peonadas, ha provocado malestar y desafección en algunas áreas esenciales, como radiodiagnóstico y anestesia. Los pacientes sufren la pugna viendo demorada la solución a sus dolencias.

Algunas decisiones caprichosas durante la etapa del anterior Ejecutivo casquista contribuyeron a agudizar las tensiones. Se prescindió por las bravas de un gerente que conocía muy bien el centro actual, el nuevo y el plan de traslado. Meses más tarde fue designado mejor gestor del año de todo el país. Los socialistas pudieron recuperarlo, pero desistieron, optando por una gerencia única que hace coincidir la responsabilidad del HUCA y de los centros de salud del área ovetense en un mismo cargo. El modelo no acaba de encajar, según los profesionales. La cadena jerárquica está desdibujada. Muchos médicos no saben muy bien quién manda, acentuando el desconcierto en una encrucijada decisiva.

La libre designación para la cobertura de jefaturas ha terminado anulada por el Tribunal Supremo, como era, por otra parte, conveniente cuando alguien abre la puerta a que la fidelidad política y el servilismo cuenten más que el mérito y la capacidad. Hay jefes con autoridad y prestigio y otros que desatan situaciones volcánicas en sus departamentos. Y, por si fuera poco, la inestabilidad también parece alcanzar ahora a la Consejería. A la reciente marcha del "número dos" del Sespa acaba de unirse la dimisión del director general de Innovación, precisamente, la persona encargada dentro de dos meses de abrir las instalaciones de La Cadellada y del proyecto de investigación biosanitaria que va a nacer ligado a ellas. Un serio revés para desarrollar esa pata fundamental de la "especialización inteligente" de la economía asturiana que el consejo asesor de expertos recomendó en su primer dictamen sobre el Principado.

La sanidad no es gratis, una obviedad que los ciudadanos olvidan con demasiada frecuencia. Los usuarios de toda España más satisfechos con su atención médica son los asturianos. Lo reflejan las encuestas incluso ahora, cuando empiezan a notarse algunos síntomas de deterioro. Las colas para pedir una cita con el especialista que pueden verse desde finales del verano remiten a imágenes de países desorganizados y poco serios. Las largas esperas para una operación o una prueba, que amenazan con serlo aún más en una población envejecida y con elevada incidencia de las enfermedades crónicas, resultan inasumibles.

Ese alto grado de satisfacción, no obstante, tiene una base. El Principado, la cuarta autonomía con menor población y la quinta con el presupuesto más bajo, es, en cambio, la sexta que mayor porcentaje de sus recursos destina al sistema sanitario: treinta y cinco euros de cada cien. Siete comunidades con mayor volumen de ingresos están por debajo, entre ellas Cataluña y Andalucía, que multiplican por ocho nuestra capacidad financiera. Si los asturianos reciben unos servicios médicos de calidad es porque los pagan y renuncian a otras cosas para mantenerlos. La atención sanitaria siempre constituyó aquí una gran preocupación desde los tiempos de la Diputación o el centralizado Insalud.

Por eso, enterrar quinientos millones en un cascarón impresionante sólo para ver crecer un barrio de Oviedo y recalificar suelo en otro y para estrenar camas e instrumental de última generación sería desaprovechar la enésima inversión costosísima. Si el ambiente enrarecido envalentona a los entusiastas del "que todo empeore" con vistas a obtener réditos electorales, tampoco nada bueno puede presagiarse. Para desgracia de los ciudadanos, que padecerán las consecuencias doblemente: como usuarios y como contribuyentes. Queda poco tiempo, pero el HUCA, que es tanto como decir la salud de los asturianos, no puede suponer otro fiasco.

Compartir el artículo

stats