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Camilo José Cela Conde

Funcionarios

El recorte de las prestaciones sanitarias a los empleados públicos

El día en que me enteré de que era un funcionario me llevé una sorpresa. Para mí el funcionario por antonomasia era el de la oficina siniestra de "La Codorniz": manguitos, pluma encajada en la oreja y rencor generalizado hacia el universo. ¿Cómo un profesor de Universidad podía corresponder a semejante sátira? ¿En qué se parece a quienes, desde los conserjes a la secretaría de la Facultad pasando por la biblioteca, hacen que los estudios funcionen? Luego, a medida que los sucesivos gobiernos fueron demonizando a los funcionarios hasta el extremo de culparles de la crisis, me di cuenta de que en realidad podía llevar la etiqueta con el mismo orgullo que una medalla al mérito civil. Tremendo error. Como esa actitud se generalizó, los ministros se dedicaron a perseguir a los servidores públicos, que es en esencia lo que somos los funcionarios, quitándoles pagas extra, complementos y cualquier cosa que se pudiese quitar. Como cada vez son menos las disponibles, pensaba que ya sólo podían retirarme el saludo. Otra nueva equivocación.

La prensa recoge estos días la noticia de que un millón y medio de personas, entre funcionarios y sus familiares, han visto cómo sus servicios médicos quedan reducidos hasta el extremo de que las clínicas los rechazan. Pese a que la mutua funcionarial, Muface, permite apuntarse a aseguradoras sanitarias como Asisa o Adeslas, resulta luego que no, que hay asegurados de primera y de segunda. Los funcionarios son, por supuesto, los que forman parte de esa segunda categoría y no tienen derecho a utilizar según qué clínicas, consultas o tratamientos. Dicho de otro modo, si enfermamos, el Ministro se alegra y si nos morimos, le hacemos al Estado un favor.

Ante la situación en que se encuentran los beneficiarios (?) de Muface que acuden al hospital al que estaban acostumbrados a ir en caso de enfermedad y se ven rechazados, ¡incluso a la hora de tener que recibir quimioterapia por un cáncer!, un portavoz del Ministerio que gestiona (?) Montoro ha declarado que no sólo no ha habido recortes en las prestaciones sanitarias a los funcionarios sino todo lo contrario: que han aumentado. Pero siendo así y contemplando el resultado, tal vez podríamos solicitar mediante instancia de póliza y sellos reglamentarios, con la pluma que nos sacamos de la oreja y apoyando los manguitos para no ensuciar la cuartilla, que por favor no nos aumenten más. Si hace falta, nos moriremos en silencio, sin más pretensión que la de los paraísos que prometen diversas religiones, pero, eso sí, ahorrándonos el que nos expliquen lo bien que se nos trata. He llegado a leer incluso que es injusto que, tras ganar una oposición, tengamos el empleo asegurado. Bien cierto. En realidad, lo único que teníamos en cuanto a seguros era Muface y ahora resulta que se reduce a una postal de calendario.

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