No se sabe si tras los postres sonaron Village People o el "A quién le importa" de Alaska y Dinarama, que siempre ayudan a desinhibir a la gente de orden en ciertas situaciones ambiguas, pero sí queda constancia de que Mariano Rajoy salió del armario en el enlace del exalcalde de Vitoria Javier Maroto con el economista Javier Manuel Rodríguez. Y con él toda la cúpula del PP. No es el armario en el que lo quiso encerrar Alfonso Guerra con la sombra del mariposeo, sino el oscuro mueble que devora a esta derecha autoproclamada liberal cuando se empeña en anular libertades individuales como la de la orientación sexual. Es el armario en el que los recluye la estricta observancia de las directrices de Rouco, la reducción de la razón política a un mero cálculo electoral y la incomprensión para las 30.000 parejas que en estos diez años han podido legalizar su situación. Falta saber si ahora esa derecha se limitará a tolerar con benevolente comprensión a los que festejaba en la boda o aceptará, por fin, lo que ya son estrictos derechos reconocidos a pesar suyo.
