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Cien líneas

Elemental

La marea progresista -estatalista, precisando más- está en contra de los Reyes Magos, de la tradicional cabalgata y de la Navidad en general, como se acaba de ver ad náuseam. Argumentan sin ningún sentido. ¿Por qué ese morbo que se reproducirá, sin duda, en la próxima Semana Santa?

Vamos a ver. Sólo hay libertad y democracia en los países cristianos. Las excepciones son reducidísimas y habría que decir que figuran en esa órbita maravillosa porque desde las naciones cristianas les llevaron la libertad y la democracia por las buenas o por las malas.

Para un providencialista, todo está en función del Creador. No lo pongo en duda, pero se requieren otros argumentos a fin de explicar tal diferencia.

El Cristianismo se constituye entre dos poderes: el César y el Papa. Entre el Rey y el obispo. Entre el alcalde y el párroco. Si se impone la perspectiva religiosa, se avanza hacia la teocracia. Si se impone la civil, el totalitarismo pagano enseña su rostro.

La libertad no emerge de los corazones. Se abre paso entre dos poderes en tensión que se anulan recíprocamente. Por eso sólo hay libertad en los países cristianos, que, a fin de cuentas, responden a una idea bien conocida: "Dad a Dios lo que es de Dios y al césar lo que es del césar".

La marea estatalista adora a Leviatán y odia al Cristianismo porque la mecánica antes indicada es letal para sus doctrinas. Por eso rechazan la Navidad, y ya me dirán la Semana Santa, a dos meses vista: detestan la libertad y, claro, su origen.

Bien se vio en el pasado siglo con Stalin y Hitler, estatalistas genuinos.

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